«¡Qué miedo! Es mejor escapar de aquí», decía un motorista que se acercó a la zona al ver a la gente agolpada en la calle.
A la intemperie esperaban familias completas, con ancianos y bebés de menos de un año de edad en brazos.
La fuga se produjo cuando los empleados de una empresa gasística procedían a la limpieza y llenado del depósito de propano del edificio, unas tareas que, según el presidente de la comunidad, se realizan cada ocho años. Un fallo humano provocó que la tapa del depósito se abriese dejando salir el gas al exterior.
El tráfico se mantuvo cortado toda la tarde y los coches eran desviados hacia Gregorio Espino y la avenida de Madrid.
Se acumula en los sótanos
El gas propano es más pesado que el aire y se acumula en la parte baja de los edificios, como sótanos o bajos. Para detectar una posible fuga, el olfato es uno de los primeros en detectarlo, aunque este gas emite también un silbido que puede servir de alerta. Cuando la fuga ya es inevitable, ha de tenerse en cuenta la facilidad con la que puede producirse un fuego, de ahí que haya que cortar el tráfico y evitar cualquier posible fuego en la zona afectada.
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