Menos trabajo y menos propinas tras las barras de los bares

  • Los turistas siguen parándose a tomar algo en las terrazas de las Ramblas.
  • Sin embargo, gastan menos dinero que hace unos años.
Las Ramblas de Barcelona.
Las Ramblas de Barcelona.
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Las Ramblas de Barcelona.

El trasiego de bandejas, platos y vasos es constante. Un cortado por aquí, una caña por allá, una copa de sangría... La actividad no se detiene en las Ramblas de Barcelona. Da igual la hora, da igual  el día. Pero, con todo, el trabajo ahora es muy distinto al de hace unos años.

"La gente se mira mucho más los precios ahora que hace unos tres o cuatro años", coinciden en señalar varios de los camareros interrogados. También se nota en los encargos: Cada vez se piden más platos para compartir. Por no hablar de las propinas que "van a menos", aseguran con una sonrisa resignada.

Esteban lleva 20 años trabajando en el mítico Café Zúrich, en la plaza Cataluña. "Se nota mucho la crisis", explica con prisas tras la barra, rodeado de zumos naturales de naranja: se acerca una de las horas punta de su jornada laboral. Dice que "se hace menos bote. Al menos ha bajado en un 10% en los últimos dos o tres años". Con todo, ellos notan un pelín menos la crisis. "Estamos en un sitio muy de paso, y la mayoría de nuestros clientes son extranjer", argumenta.

Y mientras, la terraza del Zúrich se empieza a llenar, las cuatro mesas exteriores del Restaurante Nuria, un poquito más abajo, están vacías. Será por el sol y el calor intenso porque, en su interior, los turistas, caña o refresco en mano, admiran unas espléndidas bandejas de tapas, llenas a rebosar. Mustafá hace 12 años que está tras la barra del Viena, otro de los bares míticos de la Rambla. "Hasta hace unos tres años la faena iba hacia arriba, pero desde entonces, va hacia abajo", se lamenta. En la misma proporción se mueven las propinas.

"Se mira el euro"

José Ángel, en el Café de la Ópera, califica de "drástico" el descenso del trabajo. Está empleado allí desde hace unos 10 años y dice que la faena va cada vez a menos. "Se nota mucho. La gente mira hasta el último euro". Y las propinas: "Más aún. Casi se han anulado, ahora dejan muy poco". Pero, a pesar de todo, mantiene, tras la barra, su media sonrisa.

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