Aunque en ambos casos sólo usan tres por temporada. Lo dice un estudio de la Federación de Industrias del Calzado Español (FICE), con la campaña Zapatos de España. Según el informe, para seis de cada diez gallegas comprar sandalias, botas o bailarinas «es un placer», mientras que para el 80% de los hombres es una obligación. Y tanto ellos como ellas prefieren ir solos para vestir sus pies. Los más fanáticos son los jóvenes de 26 a 35 años, con 13 pares de media. En estilo, ellas ganan: el 60% prefiere llevar diferentes tipos de calzado, frente al 30% de los hombres, que siempre pisan con los mismos modelos.
El tacón de aguja, sin seguidoras
Una distancia de 15 centímetros no es mucho, pero si se habla de un tacón, puede convertirse en una altura de vértigo. Las gallegas no quieren imitar la moda de la Princesa Letizia y tanto para trabajar como para salir con los amigos eligen zapato plano. Sólo aumenta un poco el uso de los taconazos en ocasiones especiales, como las bodas: un 12% de las gallegas los llevan, aunque con sufrimiento.
53 euros de media se gasta cada gallego en cada una de sus adquisiciones.
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