Antes de empezar a hablar sobre su última novela, Cuando los dioses duermen, el escritor belga Erwin Mortier lía un cigarrillo y bebe vino blanco de una copa. Luego, comenta que esta historia la protagoniza una anciana, que es como un caballo de raza, que recorre los últimos cien años de Bélgica.

Ganador en 2009 del premio AKO al mejor libro en neerlandés, y con una prosa que remite a Thomas Mann y Marcel Proust, según el diario The Guardian, Mortier arma un texto literario protagonizado por Helena, quien en el crepúsculo de su vida, sola, tras haber perdido a toda su familia, rememora su infancia y su juventud, así como la desaparición de un mundo a causa de la Gran Guerra.

Admirador de autoras como Jane Austen, Virginia Woolf o George Eliot, el también poeta sostiene que a menudo las mujeres aparecen en la Literatura como personajes "muy planos, con una única cara de ternura o suavidad", mientras que en este caso ha pretendido enseñar otras facetas como "la fortaleza o una manera muy sincera de asumir la maternidad".

Preguntado sobre si le ha costado entrar en la piel de un personaje de estas características, subraya que creció en un ambiente muy femenino y su primer contacto con la literatura lo tuvo en la cocina, "escuchando conversaciones de mujeres, realizadas desde la emoción".

En este sentido, dice que pronto vio que "la voz conductora debía ser la de una mujer fuerte" rodeada de otras figuras para "pararla un poco", y  no oculta que esta mujer le "estuvo poniendo a prueba como escritor" durante todo el proceso de escritura.

En esta novela, que en España publica Acantilado, también tiene un gran peso la Gran Guerra, un acontecimiento histórico que, a juicio de Mortier, fue brutal y sangriento, pero también contribuyó a la emancipación de la mujer a principios del siglo XX.

Pese a sumergirse, antes de emprender la escritura de la novela, en obras clásicas sobre la Primera Guerra Mundial, confiesa que, sin embargo, lo que más le ayudó a la hora de configurar la historia fueron las "muchas cartas y los muchos diarios" que consultó.

Especialmente, agrega, todos los de mujeres, que califica como "los más interesantes al mostrar esa doble cara del conflicto, porque muchas de ellas tuvieron que empezar a trabajar, mientras que en algunos países se empezó a introducir el sufragio universal".

Por otra parte, la Gran Guerra le sirve al autor flamenco para desarrollar una historia de amor entre personas de diferentes clases sociales, puesto que Helena se acabará enamorando de un soldado de inferior jerarquía.

Parafraseando a Proust, asevera que "el campo de batalla es el lugar de la guerra y también donde puede hacerse el amor".

Respecto a la memoria, defiende Mortier que "todo lo que ha pasado debe ser recordado, por una cuestión de salud social", y añade que "todo lo que se esconde, tarde o temprano entrará por la puerta o se colará por una ventana".

"El momento de mirar hacia atrás y ver lo que ha ocurrido es de catarsis. Todas las naciones lo necesitan", defiende.

El novelista considera que Bélgica "es un país muy interesante para crecer y vivir como escritor". "Es el lugar donde se encuentran la cultura germánica y la latina", apostilla.

Nacido en Nevele en 1965, Mortier, graduado en Historia del arte y arqueología, debutó en la narrativa con la novela "Marcel", con la que también obtuvo varios premios.

*Consigue un ejemplar de Cuando los dioses duermen en PopularLibros.