Rafael —nombre supuesto— ha sido durante 38 años oficial de notaría. "He ganado mucho dinero, pero estaba perdiendo clientes y me he marchado antes de que me echaran", reconoce este licenciado en Derecho reconvertido ahora en propietario de un bar de copas con más de 50 años.

Como él, 16.725 madrileños iniciaron el año pasado alguna relación laboral por cuenta propia al filo de la cincuentena, un 4,3% más de los que lo hicieron en 2007, antes de la crisis (16.025), según los datos de afiliación y nuevas altas que maneja la Seguridad Social. Es decir, estos madrileños se lanzaron a emprender a una edad en la que lo más habitual es no hacerlo.

De hecho, de los 216.711 autónomos que hay a día de hoy en la región, el 24% de ellos superan los 55 años. Son dos puntos más que en 2008, cuando esta franja de edad representaba al 22% del total, según destacan desde la Unión de Asociaciones de Trabajadores Autónomos y Emprendedores (Uatae).

El desempleo es —según el sector— lo que empuja a estas personas a abrir su propio negocio. "Los avala la experiencia previa como trabajadores  y el tener un dinero ahorrado, lo que hace que no tengan que depender de créditos ni endeudarse como los emprendedores más jóvenes", explican los economistas consultados por 20 minutos. A su juicio, estos emprendedores "no se arriesgan innecesariamente y miden sus posibilidades mucho más que los jóvenes", añaden.

sEsta prudencia explicaría que sean las empresas de los mayores de 50 las que mejor evolucionan. "Logran sacar adelante sus actividades mejor que el resto de las franjas de edad, sobre todo los primeros 12 meses, que son vitales para el arranque del negocio", dicen desde Uatae.

Donde también se ha notado el empuje de estos nuevos emprendedores es en la Consejería de Empleo de la Comunidad de Madrid. Según sus técnicos, una de cada cinco personas a las que asesoraron en 2011 y para las que se elaboraron planes de empresa tenía más de 45 años.

"Una mayor tolerancia al fracaso, mejor capacidad de administración y credibilidad de cara al cliente" son los  aspectos positivos que aporta a su actividad el emprendedor de 50 años, como señala Carmen Bemejo Romero, psicóloga clínica y especialista en Recursos Humanos. Pero al mismo tiempo entre lo negativo destaca la "autoexigencia y la excesiva responsabilidad que soportan" y que puede ocasionarles problemas de salud. A eso hay que añadir  la "incertidumbre" sobre el éxito.

Eva Hidalgo, de 53 años, es exempleada del gobierno vasco y, ahora, emprendedora. 'Aquí te espero' (en la calle de Cochabamba, número 21, de Madrid capital) es el local de copas y tapas en el que esta bilbaína ha depositado todas sus expectativas laborales.

"Decidí meterme en esto a raíz de quedarme en paro, cuando se te cae toda la vida que tienes estructurada y ves que nadie te contrata", explica. Al quedarse sin trabajo, Eva decidió seguir a su pareja hasta la capital, donde él reside. "Una vez  aquí intenté buscar empleo en empresas de restauración, como cocinera, pero no hubo suerte", cuenta. Gracias a la indemnización abrió su propio negocio.

"Te genera inseguridad, de hecho hay familiares a los que no se lo he contado todavía", reconoce a la espera de que su bar vaya sumando días de vida. "Empezamos hace unos meses y la verdad es que solo saco para cubrir gastos. No tengo personal, estamos yo y mi pareja, que me echa una mano cuando termina su jornada laboral", admite. Eso sí, ha arriesgado lo mínimo: "No he pedido dinero ni tengo un crédito, por lo que si no funciona perdería solo los 12.000 euros que me he gastado en el traspaso".