
El bodegón de casquería del pintor historicista Pieter Aertsen (1508-1575) representa la misma idea de la fragilidad de la carne que la escultura del artista italiano Maurizio Cattelan (1960), que muestra a una chica aprisionada con planchas de madera a una tabla.
El manierista Bartolomeo Passerotti (1529-1592) se ensaña en la tensión grotesca y efectista de la misma manera que el suizo Urs Fischer (1973) fabrica una réplica de la lengua humana para que se asome bruscamente por un agujero hecho en un panel.
Poco importa que unas y otras obras estén separadas por hasta cinco siglos: el espíritu es el mismo.
La exposición Riotous Baroque (Barroco desenfrenado), en la Kusthaus de Zúrich, reúne un centenar de trabajos, desde el siglo XVII hasta ahora, que conservan de un modo u otro la filosofía barroca , marcada por una incertidumbre que mina el ánimo del ser humano y una tensión dramática.
La muestra —centrada en el aspecto desbocado, la emoción intensa y un realismo lleno de efectos— busca la conexión entre las obras de grandes maestros como Zurbarán y José de Ribera con el arte de creadores tan diferentes entre sí como Robert Crumb y Cindy Sherman.
Más allá de los adornos recargados
La unión va más allá de la cronología y de los rasgos más evidentes del Barroco, como los recargados adornos de oro, la pompa o la solemnidad.El criterio para relacionar estilos tan diferentes ha sido la vitalidad, el existencialismo y la proximidad a la vida que transmite cada trabajo.
Según Bice Curiger, comisaria de la exposición, todos son una "manifestación de la vitalidad precaria", perdida y amenazada por la omnipresencia de la muerte.
Con préstamos de pintura barroca clásica de Jan Steen, Simon Vouet, José de Ribera y Francisco de Zurbarán, procedentes de colecciones privadas y del Museo del Prado, la National Gallery de Londres y el Kunsthistorisches Museum de Viena, hay obras recientes de artistas como Cindy Sherman, Juergen Teller, Boris Mikhailov y Marilyn Minter que construyen una perspectiva humana ajena a la cronología.
La muestra llegará en 2013 al Museo Guggenheim de Bilbao.
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