«Está buenísima. Estoy un poco constipada pero aún así me he venido a hacer cola para probarla», confesaba María con su ración en la mano. Madres e hijas, pandillas de amigos y amigas de todas las edades y muchos niños pudieron seguir la fiesta con un intenso pero agradable sabor a naranja y un toque de chocolate en la boca.
Cada uno sólo tenía derecho a una porción, pero la picaresca siempre hace efecto y también pedir para aquel «que no ha podido venir». «Nos gustaría probarla, pero no tenemos ningún enchufe que nos la dé sin hacer cola», decían varias mujeres que miraban con ojos golosos desde un lateral.
A los que se perdieron la degustación –no sobró ni un trozo–, aún les queda la opción de acercarse a una pastelería . Eso sí, previo paso por caja.
Con un toque personal
Los ingredientes son comunes: hojaldre, crema de naranja y bizcocho de chocolate, pero el toque personal de cada uno de los 16 pasteleros se podía ver a simple vista. Más espesor, menos crema o varias capas de hojaldre llamaban la atención de los que esperaban y que no sabían por qué bandeja decidirse. Ante ellos había más de 4.000 raciones repartidas por 20 voluntarios, entre ellos varios políticos. Lo que queda por decidir es si la cita se repetirá el año próximo.
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