Ocho meses de ‘okupas’ en sus casas de Villa de Prado

El Ayuntamiento dio ayer la primera licencia de ocupación para 90 pisos. En el barrio viven cerca de 100 familias sin permiso para habitar las viviendas.
Sus casas llevan casi un año terminadas y listas para entrar a vivir, pero el permiso del Ayuntamiento no llega y algunos dueños de pisos de Villa de Prado han decidido okuparlas, pese a los inconvenientes que conlleva.El alumbrado público no ha llegado hasta hace unas semanas, no hay barrenderos (aunque sí les recogen la basura), aún carecen de teléfono fijo y para encontrar una panadería tienen que andar casi medio kilómetro.

En principio, es ilegal entrar a vivir a una casa si el edificio no tiene concedida la licencia de primera ocupación, que certifique que la obra se ajusta al proyecto que presentó el promotor. Sin ella no se puede conectar la luz, el agua..., aunque los instaladores no siempre la solicitan.

El Ayuntamiento entregó ayer la primera licencia de este tipo para 90 VPO construidas por Prigot en la calle Monasterio de San Millán de la Cogolla.

En enero llegaron los primeros vecinos al barrio, al edificio Mirlos del Prado (junto a Girón). Desde entonces el goteo ha sido continuo y ya son cerca de 100 familias las que viven allí. Este año se espera que la cifra llegue a 1.000, de las 3.600 previstas cuando esté todo edificado.

Este permiso llega con un año de retraso respecto a las previsiones del Ayuntamiento y de VIVA, que esperaban que Villa de Prado comenzase a ocuparse el pasado otoño. Sin embargo, los daños en la urbanización de las calles han retrasado estas primeras licencias. En abril ya se dio otra licencia similar, pero se revocó.

Los nuevos vecinos

Nerea Apellániz. Llegó en el mes de mayo.

Vivía cerca, en Huerta del Rey, y decidió trasladarse para estrenar cuanto antes una casa más cómoda, «con piscina y ascensor». Los principales problemas con los que se encontró: la falta de alumbrado, de teléfono fijo y la limpieza.

Fernando Ricaldi. Se instaló hace un mes y medio.

Un accidente en el andamio le postró en silla de ruedas hace un año. No quería saber nada de Valladolid y se fue a Albacete, pero regresó y compró un piso «para no vivir de alquiler». «El barrio no está adaptado para las sillas de ruedas».

Isabel Casal Brizuela. Está de mudanzas ahora.

Pagaba un alquiler, aunque ya tenía su piso listo, y ha decidido aprovechar el mes de agosto para hacer la mudanza «y empezar el nuevo curso en la nueva casa». El ruido

y el polvo de las obras próximas son las principales pegas que pone al barrio.

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