'La casa de papel' 4T es rojo revolución: Todo lo que necesitas saber (SIN SPOILERS)

Álex Pina y sus atracadores afrontan su temporada más dura y salvaje. Hablamos con ellos sobre la rebelión de los ‘Dalís’, del Banco de España al mundo.
'La casa de papel' 4T es rojo revolución: Todo lo que necesitas saber (SIN SPOILERS)
'La casa de papel' 4T es rojo revolución: Todo lo que necesitas saber (SIN SPOILERS)
'La casa de papel' 4T es rojo revolución: Todo lo que necesitas saber (SIN SPOILERS)

¿Por qué La casa de papel? ¿Por qué un gafapasta metódico y su banda de marginados con monos rojos y máscaras de Dalí son el detonante de un éxito internacional sin precedentes, capaz de enganchar al mismísimo Stephen King? ¿Por qué ellos y sus nombres de ciudades como precursores del boom definitivo de la industria televisiva española? “Hay grandes debates entre toma y toma”, confiesa Alba Flores al otro lado de la línea.

La actriz que da vida a Nairobi plantea una teoría muy futbolística: “Neymar dijo que seguía la serie y hubo un subidón de audiencia”. Si bien nunca está de más que una estrella mundial promocione tu trabajo, esto no deja de ser algo anecdótico, como bien sabe la actriz, que pronto se apresura en apuntar: “Este éxito va mucho más allá de eso. Vivimos en tiempos muy agitados y todo el mundo tiene ganas de identificarse con algún movimiento”.

En esa misma dirección, Itziar Ituño, alias la inspectora Raquel Murillo (alias Lisboa), añade que semejante fenómeno está relacionado con “la resistencia o la rebeldía ante cómo están las cosas en el mundo”: “Cuando hay una historia que da un golpe a los intereses económicos poniendo por delante el factor humano, cala. La gente se ha visto reflejada dentro de este cómic que es La casa…”. Resistencia, una palabra que repite José Manuel Poga, Gandía en la ficción, “simboliza la resistencia frente al sistema, con la estética, la iconografía, la careta que recuerda a V de Vendetta o Anonymous”.

'La casa de papel' 4T es rojo revolución: Todo lo que necesitas saber (SIN SPOILERS)

Álex Pina, el ideólogo de esta rebelión sin fronteras, aún recuerda la primera vez que se sorprendió ante el impacto mundial de la serie. En el Festival de Montecarlo, pensó que el mundo se había vuelto del revés cuando, rodeado de “gente de Homeland, de las series de las que éramos fans”, eran ellos quienes pedían fotos a Pedro Alonso, Berlín en la ficción. Algo impensable hace unos años, cuando escribía Los hombres de Paco o Los Serrano: “Entonces era utópico que con nuestro carácter tragicómico, berlanguiano, pudiéramos competir en igualdad de condiciones con la poderosa industria norteamericana”.Hace ya dos años que La casa de papel aterrizó en Netflix, arrasando a su paso con esos prejuicios, complejos o limitaciones geográficas y lingüísticas de una pequeña pantalla española ya en auge. De repente, era posible dirigirse a la audiencia yanqui en castellano, Arabia Saudí vestía sus estadios de fútbol con tifos inspirados en el Profesor (Álvaro Morte), la lucha feminista se hacía eco de aquel “empieza el matriarcado” de Nairobi y el mundo entonaba Bella Ciao en cada reivindicación social.

El verano pasado, llegaba la tercera temporada, ya con la firma Netflix, y no tardaba en volver a romper récords con un atraco al Banco de España. “Escribimos 65 páginas en las que explicábamos el plan, cómo entrar y cómo salir del lugar, antes que cualquier línea de diálogo”, afirma el Pina. Ya sabemos que consiguieron burlar la seguridad del edificio, ahora toca huir de ahí.

Rojo sangreTodo parece perdido. El Profesor cree que han matado a Lisboa. Río (Miguel Herrán) ha dejado a Tokio (Úrsula Corberó). ¿Y ha acabado Alicia Sierra (Najwa Nimri) con la vida de Nairobi? Para colmo, la banda, bazuca en mano, acaba de hacer saltar por los aires un vehículo blindado. “La mejor forma de mostrar la identidad humana es cuando los personajes están en el momento más bajo”, explica Pina.

Por ello, entre tanto caos, ha decidido añadir una nueva amenaza con nombre propio: Gandía (José Manuel Poga), jefe de seguridad del Gobernador del Banco de España (Pep Munné) y asesino a sangre fría, que dará caza a los protagonistas.

“En la tercera temporada, donde nuestro propio vértigo al vacío hizo que apostáramos por una concatenación de hechos brutal, las tramas narrativas iban con mucha fuerza”, afirma el creador. Por eso, de cara al comienzo de la cuarta, han querido “templar un poquito, volver a los personajes, para después meter al espectador en un Sputnik”. “Te aseguro que la vuelta a la órbita es la conversión más salvaje que hemos hecho”, promete Pina.

Morte insiste en esta misma idea: “La serie arranca metiéndonos más en la parte emocional de los protagonistas y, casi en los dos o tres últimos episodios, recuperamos la acción, la adrenalina”. Para Flores, “la temporada anterior hizo muchísimas concesiones al fan, pero la cuarta es lo opuesto, busca lo más inesperado posible”.

Salvaje, inesperada y también incómoda. He aquí el tercer adjetivo que se repite cuando preguntamos al equipo por esta nueva tanda de episodios. “Tomamos decisiones que incomoden al público, con las que no esté de acuerdo”, adelanta Pina, quien en la cuarta temporada se ha propuesto “romper la estabilidad, destruir el confort, la hoja de ruta y la mecánica de la propia serie”.

Dentro del Banco de España, entre lingotes de oro, crisis de pareja y descontrol absoluto, Gandía es sinónimo de esa ruptura a la que se refiere el creador. Estamos ante un villano “con hambre de medalla”, una máquina de matar con look inspirado en Bruce Willis, confiesa Poga, que, tras una tercera temporada chupando banquillo con el resto de los rehenes, se libera para hacer la vida imposible a Tokio y compañía. “Hace poco me enteré de que había una figura que son los haters –nos cuenta el actor–. No tengo redes así que, si me quieren decir algo, que vengan a mi casa”.

En cuanto a la prisionera interpretada por Belén Cuesta, se trata del secreto mejor guardado de los nuevos episodios, pero el creador adelanta que “es en esta temporada cuando eclosionará”. Pina tenía muchas ganas de trabajar con la actriz, con la que apenas coincidió en Vis a vis: “Se adapta al espíritu de La casa de papel. Puede hacer acción, emoción y comedia”.

Rojo pasiónFuera del Banco de España se libran otras batallas: la del Profesor tratando de recuperar el control de la situación a golpe de boxeo, pero, sobre todo, el tour de force entre Alicia Sierra y Raquel Murillo.

La inspectora convertida en atracadora regresa a la carpa policial donde, dos temporadas antes, trataba de atrapar a su ahora novio. Allí la espera Alicia, más embarazada, golosa y con menos escrúpulos que nunca. “Aunque sean dos mujeres totalmente distintas, saben lo que es estar en la policía. Han tenido que aguantar mecha allí. Ambas se las saben todas, son las mejores y encima se conocen. Partiendo de ahí, el pulso es más interesante”, afirma Ituño.

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Son muchos los espectadores que han cuestionado el cambio de bando de Murillo por considerarlo “radical”, pero, para la intérprete vasca, “es una progresión lógica”. Más allá de su historia de amor con el Profesor, lo que en palabras de Ituño impulsa esta transformación personal es su desencanto con la profesión: “En la primera y segunda parte se desmonta su mundo como un castillo de naipes. Ahora busca su sitio en esta nueva vida que ha elegido. Además, conoce a la policía, es una buena baza para la banda”.Le pasa a Raquel. También a Denver (Jaime Lorente), a Nairobi, a Río y a Tokio, e incluso al Profesor. La casa de papel y las acciones de sus personajes no pueden entenderse sin el carácter pasional de todos ellos. Es lo que Álex Pina define como “emoción latina”: “Aquí escribimos y dirigimos de una forma más hiperbólica, donde las relaciones personales son tan importantes como la propia trama del atraco. La serie es lo que es y nosotros somos lo que somos por esa doble composición entre lo racional y lo emocional”.

Hablando de esas mismas emociones, ¿cómo definen los actores el viaje que ha supuesto este fenómeno de masas? Para Herrán, la travesía ha sido “caótica”, “una serie que hemos sufrido y disfrutado mucho. Sufrido porque no es un rodaje sencillo, pero nos ha abierto las puertas del mundo”. Flores aún está aprendiendo a gestionar este triunfo sin precedentes, mientras que Ituño reconoce que el éxito internacional “da mucha alegría, pero también vértigo”. “Eso sí, ahora tenemos el lujo de elegir entre varios trabajos”, añade.

Todas esas sensaciones se entremezclan con los consabidos nervios previos a un estreno. “Siempre están ahí, pero si consigues que no te bloqueen, pueden ser un aliado”, cuenta Morte: “Aunque no hay que relajarse jamás. Puede pasarte como a Juego de tronos, que tenía unas temporadas maravillosas y, de repente, llegó la quinta y yo no la pude aguantar. Incluso Juego de tronos puede tener un bache”. De momento, parece imposible desafinar al son de Bella Ciao.

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