Pearl Jam ajusta cuentas en otro inolvidable Azkena Rock Festival

Claves:
  • La banda de Eddie Vedder, a menudo cuestionada, abruma al público con el concierto más deslumbrante y apasionado del festival
  • Los veteranos Iggy Pop y David Johanssen volvieron a derrochar carisma y vitalidad a destajo
El vocalista de Pearl Jam, Eddie Vedder, durante su actuación en el Azkena Rock Festival 2006
El vocalista de Pearl Jam, Eddie Vedder, durante su actuación en el Azkena Rock Festival 2006
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El vocalista de Pearl Jam, Eddie Vedder, durante su actuación en el Azkena Rock Festival 2006
Un año más, y ya van cuatro, el Azkena Rock Festival se encargaba de poner la guinda al verano vitoriano con la
mejor exhibición de frenesí guitarrero que hoy por hoy se puede contemplar en un certamen musical en España.

Los siempre conmovedores Pearl Jam presentando su octavo, y notable, disco en estudio, los insultantemente rejuvenecidos Iggy Pop (The Stooges) y David Johansen (New York Dolls) restregándonos por la cara su experiencia, carisma y energía rozando ya la tercera edad, Buckcherry inyectando un poco de lascivia e incorrección con su poderoso hard rock angelino, Wolfmother disparando riffs con su inspirado disco de debut... los alicientes que reunía este cartel tiraban de espaldas.

Así, ya desde primera hora del jueves, con legiones de fans luciendo con orgullo camisetas de bandas y con varias joyas musicales atronando en algunos radiocassettes, en Vitoria ya se palpaba que el veneno de las guitarras en breve comenzaría a causar estragos.

Y Young Fresh Fellows fue el primer grupo con la entidad suficiente para demostrarlo

Y es que, si bien tampoco es un grupo que marque diferencias ni que ofrezca conciertos especialmente incendiarios, lo cierto es que su actuación fue una de las más reivindicables de la primera jornada del festival, con una Hilbilly Drummer Girl de su excelente Electric Bird Digest como momento álgido.

Waterboys y Green On Red, a continuación, dejaron un sabor de boca un tanto agridulce. Son dos grupos muy entrañables y con varios pequeños clásicos que merecen mucho la pena, pero no terminaron de provocar el delirio entre la parroquia congregada en la soleadísima explanada de Mendizabala. Los primeros se equivocaron al decantarse por el formato acústico, ya que su elegante rock con destellos celtas sonó menos apasionado y convincente, aunque el violín imprimió un toque mágico y ensoñador que se agradeció. Y por supuesto, fue un placer escuchar, aun en estas circunstancias, Fisherman's Blues, una de las canciones más emocionantes de la historia.

Green On Red, por su parte, descargó su resquebrajado y arenoso rock americano con más languidez de lo deseable, y pese a que varias de sus composiciones tienen mucha pegada, no llegaron a conectar casi en ningún momento con los fans allí clavados en las primeras filas.

El jueves, pues se presentaba un poco irregular... hasta que Mr. Iggy Pop hizo acto de aparición y Vitoria se vino abajo. Es igual que este sujeto se limite a fotocopiar casi por completo sus repertorios desde que reunió a los Stooges hace tres años y que no grabe un álbum con esta banda desde hace más de 30 años y que ignore en sus actuaciones el material de su caústico Raw Power y que el desarrollo de sus actuaciones pequen de cierto esquematismo y previsibilidad.

Es Iggy Pop. Es el frontman más rompedor y peligroso de la historia junto a Axl. Y es el tipo que vomita a las entregadas audiencias las bombas de relojería que componen el sobrenatural Fun House (1970, Down On The Street, Dirt...)... y eso es suficiente para que cualquier actuación de este coloso ponga en órbita a cualquiera que ame mínimamente el rock.

Y al igual que hace tres años sobrecogió a todos los asistentes, en esta ocasión repitió la proeza, y la excitación entre el público, con fans golpeándose, escupiéndose en la cara e incluso mordiéndose entre ellos llevados por el frenesí, fue de escándalo.

Los Misfits, sin Evil Elvis Glenn Danzig al frente, se encargaron de cerrar esta jornada de inauguración con una colección de salivazos siniestros de minuto y pico que quedaron empequeñecidos ante lo que los Stooges habían ofrecido minutos antes. Anecdótico.

Pletóricos New York Dolls

Y llegamos al jueves. Llegamos al día en el que todas las miradas estaban centradas en Buckcherry, una formación macarra e irreverente que ha inyectado toneladas de energía al mundo del rock en los últimos años, y los New York Dolls, que ya deleitaron en Vitoria en 2004 y en esta ocasión presentaban en primicia su tercer, y bastante adictivo, disco en estudio.

Pero antes hablemos de Marah. Hablemos del grupo que, a primera hora de la tarde, y con los rigores del calor desluciendo la actuación, demostraron que su garra y nervio delante de un público es digno de estudio. No exhiben la delicadeza y riqueza de matices de sus álbumes en estudio, y quizá pecan de repetitivos a la hora de confeccionar sus set lists, pero volvieron a dejar anonadado a las hordas de fans que se agolpaban en las primeras filas.

Round Eye Blues, quizá su canción más sobrecogedora, Sooner Or Later, Diswasher's Dream y una intensa versión de Baba O' Riley, de The Who, entre otros, fueron suficientes argumentos para dejar satisfechos a los asistentes y recargarles las pilas a los asistentes de cara a lo que a continuación se les venía encima.

Que era nada más y nada menos que una actuación de The Bottle Rockets, uno de los grupos de country rock más recomendables de los últimos tiempos.

La expectación era máxima entre los incondicionales, pero por desgracia el concierto se quedó un poco a medias. Obviando el desastroso look de Brian Henneman, lo cierto es que el sonido fue muy potente y robusto, pero la elección de canciones muy desafortunada. Ignorar por completo el maravilloso Blue Sky y fundamentar la actuación en el soporífero Zoysia tuvo mucho que ver al respecto. Show correcto, mejor banda.

Y después de una parte central de tarde en la que Gang Of Four, Eagles Of Death Metal y Big Star entusiasmaran a sus fans más acérrimos,

los adrenalínicos Redd Kross dieron un puñetazo en la mesa y, con su volcánico pop de indudable acento beatleiano, firmaron uno de los conciertos más intensos del día. Especialmente emotiva fue su interpretación de
Mess Around, quizá su cima compositiva hasta la fecha.

Y tras esta bonita exhibición, Josh Todd y sus escuderos aterrizaron en el escenario principal de Vitoria. Buckcherry se proponían incendiar Vitoria. Y lo consiguieron en parte. Porque alternaron cañonazos inapelables con lamentables balas de fogueo.

Fenómeno similar al de Bottle Rockets. Bandas de primer nivel, que marcan diferencias... pero que no saben promocionarse del todo sobre las tablas. Y es que, si bien derrochó energía, esta banda cuenta con el hándicap de tener un tercer disco que palidece ante los dos primeros y de contar con un cantante privilegiado pero con una actitud escénica un poco amanerada, y eso desdibujó ligeramente la actuación.

Pese a ello, bombazos como Dead Again (para quien esto suscribe el cénit del festival), Ridin' o Broken Glass contribuyeron a conformar un concierto notable, aunque por debajo de las expectativas creadas por muchos fans.

Y si los Misfits cerraron de un modo anodino el jueves, los impagables New York Dolls, que ponían el broche a la jornada del viernes, se encargaron de llevarles la contraria con su incontestable carisma y elegancia. David Johanssen, desbordando clase y pasión pese a sus casi 60 años, se adueñó inmediatamente de la situación y, respaldado por el entrañable Sylvain Sylvain y varios músicos bastante competentes, dieron un impagable recital de rock and roll con mayúsculas.

Sonido impecable, magnetismo escénico indiscutible, muchísima garra... y clásicos como Personality Crisis o Human Being combinados a la perfección con canciones nuevas de su brillante One Day It Will Please Us To Remember Even This que sonaron con vocación de himnos. Hasta la fecha, el show más apoteósico del festival.

Huracán Eddie Vedder

Pero, hablando de fechas, llegamos a la fecha por excelencia del festival. Llegamos a la fecha en la que una de la formaciones más talentosas, imprescindibles y genuinas de la historia, además de la de mayor gancho popular de todos los Azkenas, hacían acto de aparición en Vitoria.

Llegamos al deseadísimo concierto de Pearl Jam presentando su disco homónimo.

Porque, por desgracia, lo anterior no fue para tirar cohetes. Y es que los Nomads firmaron una actuación sobria y derrocharon mucha pasión pero no marcaron diferencias y Supagroup volvió a demostrar que es una muy potente formación y que el directo es su elemento pero que, a la vez, les falta cierto fuste y talento compositivo para considerarse un grupo de primera división.

Por su parte, Wolfmother brindaron una actuación que, lamentablemente, no estuvo a la altura del poderío de su excelente disco de debut. Si bien fue de menos a más y es la típica banda que rinde mejor en una sudorosa sala, es justo decir que en este tipo de formatos de trío Mother Superior hace dos años se los merendaron sin excesivos problemas.

A continuación, con los flácidos My Morning Jacket sonando sorprendentemente desbocados de fondo, los fans más histéricos de Pearl Jam se aglutinaban en las primeras filas instantes antes de que la banda tomara Mendizabala.

Terminó My Morning Jacket, transcurrieron unos minutos de tensa espera y emocionante incertidumbre, se apagaron las luces, salieron a la palestra Eddie Vedder, Stone Gossard, Mike McCready, Jeff Ament, Matt Cameron y el inefable Gaspar Boom... atronó Go... y bueno, comenzó la orgía.

Esta banda, si bien ha perdido grandes dosis de la excitación escénica y la inspiración compositiva que exhibieron en los primeros 90's, no tenía que demostrar nada a nadie, ya que jamás han defraudado. Se les podrá reprochar el bajón de nivel y la pérdida de sangre, pero nunca han publicado un disco indigno. Jamás.

Así que el bellísimo y emotivo recital de dos horas y pico sirvió para ajustar cuentas con aquellos que han olvidado a esta banda durante diez años y han vuelto a ser captados por los efectistas singles de su nuevo disco, la flamante melena de Eddie Vedder y sus camisetas de los Plasmatics y Misfits.

Porque ese tipo no ha resucitado tras este cambio de rumbo en su actitud. Más que nada porque jamás se fue. Alí están las giras de Binaural y Riot Act para atestiguarlo. Otra cosa es que haya recuperado, en parte, esa sensación de desequilibrio y locura de sus primeras actuaciones al frente de Pearl Jam.

Y eso sí fue obvio. Y desde luego engrandeció el concierto. Pero las canciones sonaron apasionadas, volcánicas, rompedoras. Todas. O casi todas. Las de 1991, las de 1992, las de 1994, las de 1996, las de 1998, las de 2000, las de 2002 y las de 2006. El registro contundente de esta banda, defendido con cañonazos como Why Go, Even Flow, Spin The Black Circle, Save You o Grievance, salió bastante revalorizado del concierto, y composiciones hondas y conmovedoras como Betterman o Black estuvieron a la altura de las circunstancias.

Nick Oliveri, ex bajista de Kyuss y Queens Of The Stone Age, tocó con su nueva banda, Mondo Generator, para poner el cierre a este nuevamente delicioso Azkena, pero era lo de menos.

Lo principal es que Pearl Jam siguen muy vivos y en una gran forma. Y lo demostraron con el concierto obviamente más glorioso de todo el certamen. Y miles y miles de personas lo comprobaron. Y Vedder ajustó cuentas.

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