"La desesperación de una familia en paro influye en los niños con los que trabajamos"

MIles de españoles, con hijos en edad escolar, deben sobrevivir con 426 euros.
MIles de españoles, con hijos en edad escolar, deben sobrevivir con 426 euros.
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MIles de españoles, con hijos en edad escolar, deben sobrevivir con 426 euros.

La crisis económica y los recortes en materia social están afectando, más que nunca, a uno de los colectivos más vulnerables de la sociedad: la infancia. Así lo ha puesto de manifiesto el último informe publicado por Unicef, que denuncia que en torno a 2,2 millones de niños en España —un 26%— viven ya por debajo del umbral de la pobreza.

En los dos últimos años, los niños encabezan el grupo de edad que es más pobre, superando al de los mayores de 65 años, que han descendido los niveles de riesgo de pobreza. ¿El motivo? La "debilidad de la protección del sistema público hacia los menores, que se ha visto acrecentada por la reducción de las ayudas y servicios públicos, especialmente a partir de 2010", lamenta Unicef.

Aventura 2000 es una de las innumerables asociaciones que llevan décadas trabajando en los barrios de las ciudades para prestar apoyo a los menores más desfavorecidos, bien por temas económicos o de otra índole. "Trabajamos con chavales de entre 8 y 18 años", cuenta a 20minutos.es Alberto, educador social en el centro de San Blas, en Madrid.

"Nuestro objetivo es prevenir y erradicar las situaciones de exclusión e inadaptación social de los menores y jóvenes promoviendo procesos intregrales de socialización mediante la acogida, el apoyo y el seguimiento", explica Alberto. En esta asociación trabajan no solo educadores, sino también psicólogos e integradores sociales.

El día a día

Así, durante tres tardes a la semana este centro da cabida a niños y niñas del barrio que realizan talleres y apoyo escolar, entre otras actividades. "Ofrecemos apoyo, acompañamiento y seguimiento a aquellos niños y niñas, adolescentes, jóvenes y sus familias que se encuentran con necesidades y carencias de tipo personal, familiar y social", añade este educador social.

Alberto ve el día a día de las familias, que por dificultades económicas "a veces no tienen ni para comer", denuncia. Por ejemplo, se está dando el caso de que muchos niños acuden al centro porque necesitan clases extraescolares que sus padres no pueden pagar. "Nosotros les ofrecemos ese nicho que no cubren las administraciones", asegura Alberto.

Una crisis que pagan los más pequeños

El caso de Yaiza es particular. Al igual que muchos menores del barrio, sus padres decidieron llevarla hace ya 12 años a la asociación para participar en los talleres y recibir apoyo escolar. Ahora tiene 18 años, colabora como monitora en el centro y está estudiando para ser educadora social.

Como en muchas asociaciones que trabajan en la integración de los menores, cada niño tiene una historia detrás: "En muchas familias vemos que los niños conviven con la figura del abuelo o la abuela", cuenta Yaiza. A ese caso se suma también el de que cada vez hay más niños con todos o casi todos los miembros de su familia en paro, y que al final termina repercutiendo en ellos. "Son los grandes perjudicados", sostiene Alberto.

Este educador social habla de la "desesperanza y frustación que viven los padres" ante la falta de un empleo y que luego "lo inculcan en los niños, que acaban pagando la situación de la familia".

El agravamiento de la crisis ha provocado además que muchos niños se queden en la calle —"Hay demasiados, cada vez más", relata Yaiza— y sus padres no acuden a estos centros para recibir la ayuda que sus hijos necesitan. "En este caso, el trabajo con ellos se tiene que hacer desde la calle", apunta Yaiza.

Yaiza cree "necesario" el que centros como este sigan adelante, ayudando a los menores más desfavorecidos. "Desde pequeña yo he recibido esa ayuda y ahora quiero poder brindarla a gente que lo necesite", comenta.

'Tijeretazo' en lo social

Alberto denuncia además cómo los recortes repercuten en la asistencia que ofrece el centro: "Tenemos entre un 20 y 30% de financiación pública, y tanto la Comunidad como el Ayuntamiento de Madrid están reduciendo un montón las partidas presupuestarias".

"Nos recortan ayudas y subvenciones. No se puede trabajar como se trabajaba antes porque tenemos menos recursos", añade Alberto sobre esta organización, que lleva 20 años en este barrio de Madrid y por la que han pasado durante todo ese tiempo unos 1.500 niños y niñas.

"Mi profesión: sacar a mi hijo adelante"

<p>Carol Ángeles</p>Carol Ángeles. 20 años. Dominicana, residente en madrid.
No tiene casa (vive en un centro de acogida de la Fundación Madrina), ni ingresos (ahora busca trabajo "de lo que sea"), pero derrocha optimismo y amor por Roberto, su hijo de dos meses. La ayuda de la fundación –que supone leche, alimentos, pañales...– es su sustento y, por el momento, su "profesión" es la de sacar a su hijo adelante. De hecho, Carol explica que "lo único" que le angustia es "no tener qué darle" al niño.

Confía en que Roberto y su generación vivan en mejores condiciones que las actuales, y hasta que eso llegue seguirá "luchando". ¿La receta? "Si algo, por ejemplo un trabajo, no sale a la primera, a seguir intentándolo. Alguien dirá que sí en algún momento". La máxima que Carol aplica en su día a día: "Llorar, ni soluciona ni sirve de nada".
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