En la Comunitat, la segunda autonomía con más extranjeros afincados, un 13,4% de la población censada es foránea, y hay unos 641.000 inmigrantes. Son muchos los que, tras conseguir sus permisos de trabajo y la nacionalidad, han conseguido establecerse en el país, e incluso se han comprado una casa o han solicitado la reagrupación familiar para poder vivir con sus seres queridos. José Antonio García, un chófer ecuatoriano de 52 años, ha conseguido el permiso de residencia, pero su estancia en España no es como él hubiera esperado: nadie le hace una oferta de trabajo. Afirma que los empresarios «quieren jóvenes y no les sirve la experiencia», y por ello es su mujer la que soporta el peso económico de la familia. Con su trabajo de artista intenta ganarse la vida tocando rancheras. Amneris, una joven comercial argentina nieta de emigrantes españoles, llegó a Alicante atraída por «el tipo de vida y la belleza de la ciudad». Y le fue bien tanto «en lo económico como en lo social», pues aunque algunas personas «tratan de aprovecharse de la situación de los inmigrantes», ahora se siente «libre» para entrar y salir del país. Tiene papeles.
Los papeles tienen más de 2 caras
Tras la última regularización masiva, algunos extranjeros han mejorado su vida, otros no pudieron.
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