Los pequeños triunfos del 12-M

  • Las convocatorias de este sábado resultaron un éxito.
  • Sol volvió a ser el epicentro del movimiento indignado en un momento de muchas dudas sobre el 15-M.
  • Ante la avalancha de gente, el Gobierno no tuvo más remedio que ser flxible pese al horario límite impuesto para manifestarse en la plaza.
  • Así te contamos toda la jornada del 12-M.
En Sol 'estalló' un 'grito mudo' para recibir el domingo.
En Sol 'estalló' un 'grito mudo' para recibir el domingo.
JORGE PARÍS
En Sol 'estalló' un 'grito mudo' para recibir el domingo.

Un turista anglosajón miraba con la boca abierta las escenas que se sucedían en la plaza. Aún no habían llegado a la Puerta del Sol las marchas ciudadanas que, habiendo partido por la mañana desde los barrios, tenían previsto salir a las 19 h desde cuatro puntos estratégicos de la capital. La fotografía del momento incluía al menos 15 furgones de policía, un camión de donación de sangre, el despliegue mediático correspondiente, pegatinas, carteles y un equipo de megafonía convenientemente colocado en el centro del lugar. Eran los minutos previos al regreso del 15-M a las calles y al sitio que le vio nacer hace un año. Había mucha expectación.

“Hay que estar aquí”. Fue la frase más repetida por todas aquellas personas con las que 20minutos.es habló el sábado. También mencionaban la nacionalización de Bankia, los “recortes destructivos”, la mala gestión de los políticos, de antes y de ahora y, sobre todo, el negro futuro que, decían, les espera. ¿Nada positivo? Sí, en realidad el mensaje que se superponía a toda aquella protesta global era el del cambio y la “energía” que, una vez más, fluía en el asfalto madrileño y de otras 80 ciudades españolas. Sin agua en las fuentes y a casi 30 grados de temperatura. El denominado #12M15M comenzó como muchos habían imaginado.

De fondo, una doble amenaza: la de un horario de concentración, aparentemente flexible, decretado por la Delegación del Gobierno; y la de una acampada, no convocada e intuida casi para producirse a nivel individual, pero latente en la cabeza de muchos. Todo estaba en el aire. La primera marcha salió a las 12 h de Guadalix. Pasadas las 21 h, aproximadamente, llegó una de las últimas columnas de gente por la calle Carretas. Dos helicópteros vigilaban desde el cielo y decenas de fotógrafos desde las azoteas. El andamio del edificio conocido como ‘Tío Pepe’ estaba esta vez protegido y algunos vecinos cobraban hasta 300 euros por usar sus balcones.

“No pueden cargar”

Todo fueron pequeños triunfos ayer: la entrada de las columnas, las no campanadas de las 22 h, la posibilidad de pasear con niños y sentarse en el suelo, el corte del tráfico. etc. “No pueden cargar”, decía una chica a su amigo con la boca pequeña; “Como sigamos así, acabaremos como Grecia”, gritaba un sexagenario. Muchos de los que acudieron a la Puerta del Sol el sábado están en paro. Según Interior, unas 30.000 personas llenaron la plaza; según miembros del Acampadasol, había cientos de miles. La sensación general, a falta de cifras unitarias, era que había más gente que el 15-O y algo menos que en las marchas de julio.

A pocos metros, la gente hacía vida normal en Gran Vía o en la Plaza del Carmen. Pero el ambiente estaba enrarecido, porque en todos esos lugares se notaba el imponente despliegue policial, compuesto por unos mil agentes preparados para actuar. Todos ellos con semblante serio, atentos a cualquier atisbo de espontaneidad. Todo transcurrió sin problemas hasta la medianoche: proyecciones en una pantalla desplegada a tal efecto, batucadas y hasta la cena de muchos. El grito mudo, hasta el que la mayoría aguantó echando un pulso  a quien estuviera mirando, ofreció de nuevo la conocida imagen de las manos en alto. Y euforia.

Entonces llegó la fase práctica. La idea era quedarse a debatir toda la noche, no acampar. Solo una tienda lucía plantada en el suelo, procedente de una pancarta simbólica y custodiada por Emilio, que aseguraba que no pensaba quitarla de allí. Comenzaron a colocarse la primera lona y los primeros cartones. A la 1 h estaba previsto iniciar una asamblea para tratar los temas del día siguiente, aunque su comienzo se demoró un buen rato. La prensa allí apostada -había mucha aún- tomaba fotos y preguntaba constantemente a miembros de la comisión de Comunicación de Sol si su objetivo era quedarse o no a dormir. Había que titular por alguna parte.

Algún despistado preguntaba si era cierto que el Gobierno había convocado un “gabinete de crisis” o si de verdad la cadena Al Jazeera hablaba de todo aquello. Los evidentes problemas de cobertura habían tenido sin información -bidireccional- a casi todos los presentes. Todo se relajó bastante, la asamblea terminó y la policía esperó hasta las 5 de la madrugada para desalojar a los que quedaban. Ya hay convocadas protestas para hoy y mañana: el efecto rebote. Aun así, la del sábado fue una jornada festiva y con tintes de “victoria”. Porque, según Francisco, de 46 años, “la manifestación es lo de menos, lo importante es que estamos ante una caída del sistema, un cambio en la sociedad en todo el mundo”.

El cumpleaños -excusa y motivo adicional- del 15-M durará hasta el martes, al menos en Madrid, que ese día celebra la festividad de San Isidro. Pero otras ciudades están siendo también protagonistas, como Barcelona, donde la acampada fue un hecho; Palma de Mallorca, y Valencia, donde hubo desalojos; Bilbao, Sevilla, etc. El #12MGlobal tuvo varias réplicas en ciudades como Londres y Bruselas. La primavera caliente advertida hace meses rompió el termómetro en su ecuador; y las predicciones no esperan cambios en las temperaturas.

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