Cuando la ‘notaza’ es poca

11.000 alumnos se matriculan estos días en la UPV y ya no hay plazas para sus carreras estrella. La media para Arquitectura, Medicina... está por las nubes.
Alumnos acompañados de sus familiares, ayer, en el aula de ordenadores, en La Casilla, donde se realizan las matrículas.(Begoña Hernández)
Alumnos acompañados de sus familiares, ayer, en el aula de ordenadores, en La Casilla, donde se realizan las matrículas.(Begoña Hernández)
Alumnos acompañados de sus familiares, ayer, en el aula de ordenadores, en La Casilla, donde se realizan las matrículas.(Begoña Hernández)
Hoy ya puede ser tarde para elegir la carrera soñada. En el cuarto día de plazo para matricularse en las titulaciones de la UPV el curso que viene, las carreras de Medicina, Odontología, Arquitectura y Audiovisuales están cerradas; esto es, nadie podrá matricularse en ellas porque sus plazas están ya copadas.

El orden de inscripción va por nota, y este año los chavales aprietan bien. La nota mínima exigida para acceder a todas esas carreras ha subido, a excepción de Audiovisuales, que se mantiene en 7,26. Los caminos de la Medicina son inexpugnables, y se pide un 8,03 para entrar. Es la media más alta.

Claro que no siempre es tan duro. 11.000 alumnos están llamados a matricularse en la UPV hasta el 28 de julio y en la mayoría de carreras el listón es asequible. Cualquier nota media suele bastar. Ayer por la mañana, en la cola para hacer la matrícula en la Escuela de La Casilla, olía a veraneo. Con la marca del biquini ellas y en bermudas ellos, elegían por turnos su futuro.

Entraban mordiendo un boli y miraban en dos enormes pantallas cuántas plazas quedaban para su carrera. Cada 15 minutos los datos goteaban: se restaban las plazas en las que se habían matriculado los alumnos del turno anterior. Si cuando llega tu turno aún hay plazas, la carrera es tuya, si no, se siente. ¡Ay qué nervios!

Por si acaso,  mejor un plan B

Un cartel decía: «Si no tienes plaza para tu titulación, ve al servicio de orientación». Aunque para entonces uno se podía dar por fastidiado. Con berrinche a veces y resignados casi siempre, los alumnos acuden a Belén, la orientadora, que les informa de las alternativas (probar el año que viene, titulaciones afines...). Las notas de corte han subido y muchos se han quedado fuera. Por eso con los chavales iban padres, amigos y novietes. Los últimos daban besos. Según Belén, mejor si los alumnos tienen un plan B.

Laura Aguilera. 18 años. «Todo ha ido bien. Me he matriculado en la carrera que quería, que es enfermería; y estoy muy contenta. Siempre me ha gustado esto. Estoy en la Cruz Roja, así que muy bien. Ahora, a por las vacaciones»

Iker Gómez. 18 años. No pudo ser, y eso que la cosa pintaba bien. «Tengo un siete de media, el año pasado bastó con un 6,5, así que creo que podré hacer Arquitectura», dijo antes de que llegara su turno. Se quedó fuera: la nota de corte cerró en 7,22.

Goizane Azkunaga. 18 años. «Vengo a matricularme a Dietética y Nutrición». ¿Tendrá plazas? «Espero que sí, aunque ni he mirado cuántas quedan de lo mío; voy a la aventura». ¿De nota? «Voy bien; tengo un 7,1 y el año pasado bastó con un seis».

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