El monte lorquino de 'El Calvario' es declarado BIC con categoría de lugar de interés etnográfico

El Ejecutivo regional ha declarado Bien de Interés Cultural (BIC)con categoría de lugar de interés etnográfico el monte de 'El Calvario', en Lorca, lugar donde culmina el tradicional rezo del Vía Crucis o 'de los pasos'.

El Ejecutivo regional ha declarado Bien de Interés Cultural (BIC)con categoría de lugar de interés etnográfico el monte de 'El Calvario', en Lorca, lugar donde culmina el tradicional rezo del Vía Crucis o 'de los pasos'.

Se reconoce así la singularidad de un itinerario urbano, un paisaje y unos inmuebles vinculados a la práctica de una devoción tradicional, razón de ser de todos estos elementos.

Esta declaración permite establecer una zona de protección que garantice la conservación de las características paisajísticas que le otorgan su singularidad.

Este tradicional rezo constituye un patrimonio inmaterial que se apoya a su vez en un relevante patrimonio material constituido tanto por los inmuebles de las ermitas conservadas como por el itinerario urbano. Así, destacan el paisaje del monte Calvario y los bienes muebles que la Cofradía del Cristo del Perdón (Paso Morado) utiliza en el cortejo que se realiza la mañana de Viernes Santo.

Los 'rezaores' del campo y la huerta de Lorca practicaron estas oraciones y popularizaron versos y sentimientos. En la actualidad, el Paso Morado acoge la Hermandad de Rezaores, que acoge a cuantos mantienen viva esta tradición.

La práctica del Vía Crucis de Lorca se remonta a las primeras décadas del siglo XVII, pero es a finales del siglo XVII y comienzos del XVIII cuando se concreta en un recorrido articulado por pequeñas capillas.

Esta costumbre comenzó como una práctica vinculada a la élite sociocultural y se trasvasó al ámbito más popular a finales del XVIII, mientras que en la segunda mitad del XIX se asienta definitivamente, coincidiendo con el rebrote de las celebraciones de Semana Santa.

El enraizamiento de esta devoción a través de distintas cofradías que han mantenido la práctica hasta hoy se debe a los franciscanos, especialmente a la figura de fray Alonso de Vargas.

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