Los mosquitos acribillan a los vecinos y turistas de la Malvarrosa

Una sola persona puede recibir hasta diez picotazos en una noche. Los hosteleros de la zona hablan de una auténtica plaga.
«No he pegado ojo, y no es la primera noche que paso en vela. Llevo en el cuerpo unas 40 picaduras», éste es el testimonio de Adrián Andújar, vecino de la playa de la Malvarrosa. Como todos los años, estos molestos insectos no dan tregua en la temporada estival, pero los vecinos y hosteleros de la zona dicen que viven «una auténtica plaga».
«Este año hay más, son más grandes y las picaduras, mucho más dolorosas. Hay algunas que duran semanas», dice Silvia Díaz, vecina de los bloques Blocs Platja.

Los afectados se defienden como pueden: con sprays insecticidas, repelentes, mosquiteras, embadurnándose con limón e incluso con el aire acondicionado, pero los insectos no se amilanan y también perjudican los negocios de la zona.

«Hemos incluido un servicio de Aután para los clientes», bromea Fernando, responsable de la terraza Luna Jardín. «Tenemos que soportar cada noche una media de diez picadas o más», añade.

Marta Pérez, una de las encargadas del restaurante La Otra Parte, corrobora su testimonio: «Los clientes entienden que los mosquitos forman parte de este paisaje, pero hemos llegado a un punto insoportable. Te sientes impotente porque no funciona nada contra estos bichos».

Marta y Fernando avisaron al Ayuntamiento hace una semana, pero no han obtenido respuesta.

El servicio que se encarga del control de las plagas trabaja todo el año y se centra en los focos de cría más importantes, como los imbornales de las alcantarillas. Detectan las zonas más sensibles, como aquellas rodeadas de acequias, atienden los avisos y pulverizan con productos biológicos, pero los mosquitos crían en los lugares más insospechados.

Capaces de vivir en un maceta

Los mosquitos se reproducen en una ínfima cantidad de agua, el equivalente a un tapón de botella de plástico, por eso se recomienda cambiar semanalmente las aguas caseras estancadas, por ejemplo, de los platos de las macetas o de los bebederos de animales.

Estos insectos pasan la mayor parte de su existencia siendo larvas y, cuando llegan a adultos, se reproducen y mueren. Se conocen infinidad de especies, algunas peligrosas, como el mosquito tigre, cuyo aguijón traspasa la ropa y su picadura  provoca una dolorosa inflamación. Ya ha llegado a Orihuela.

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