El duende de La Victoria

El abuelo de Chandé, José González, era ebanista y artista flamenco. Llegó a tocar para primeras figuras con las guitarras que fabricaba él mismo.
Chandé también tiene algo de artesano. Su primer disco, de producción casera, se vendió como rosquillas gracias al boca-oreja de sus vecinos del barrio de La Victoria, y le valió ser reclamado por los presos de la cárcel de Málaga –«yo no sabía que me oían»– para actuar entre sus muros. Le hizo mucha ilusión. No olvida que a Camarón también lo descubrieron los presos.

El nieto del Maestro González no le hace ascos a la gloria, pero no pierde la cabeza. Sin salir del barrio donde sus padres tienen dos pequeños negocios, ha montado con unos colegas la Asociación Músico Cultural Málaga Compás (www.malagacompas.com), un lugar abierto a quien tenga el gusanillo del flamenco, donde se pueden aprender distintas disciplinas o ir a tocar un rato por gusto.

«Yo quiero que la gente de mi barrio tenga algo que nunca ha tenido. Que pueda venir aquí a hacer algo distinto, a aprender flamenco. Flamenco de la calle», dice Chandé. Su flamenco de calle, bien promocionado, habría sido un éxito de ventas. La niña del pelo negro, el segundo disco, producido por José Parra (Fodsrecords), ha pegado en radiofórmula y le está permitiendo comer de la música. «Aunque me levanto a las ocho de la mañana». Superhéroes de barrio.

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