La victoria ha devenido en pírrica cuando se ha enterado de los maravedíes que supone la osada hazaña. No sólo por el sueldo que marca el convenio de su sector (que parece firmado por el Sepla), la Seguridad Social y otros seguros, el IRPF, las pagas extra y el reparto de beneficios (¿benequé?); sino también por lo de los riesgos laborales: la inspección, el cambio de mobiliario a más ergonómico, extintores, mejoras del sistema eléctrico y la iluminación, revisiones médicas, cursos de prevención... «Lo voy a contratar porque así atenderé mejor mi negocio –me decía mi héroe entre sollozos–, pero habrá meses en que mi trabajador me cueste más que mi propio sueldo». Sólo hay ayudas en casos muy específicos y casi irrealizables. Reducir la siniestralidad es una gran batalla, pero si la Administración no envía refuerzos, seguirá habiendo pocos contratos y con peores sueldos. Y seguiremos de los últimos de Europa, para variar.
Contrato de riesgo
Un amigo empresario (pequeño empresario), tras 14 años luchando en solitario, ha logrado vencer a los bancos y así contratar a una persona a media jornada.
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