Se trata de una persona muy dúctil y adaptable que, salvo alguna expresión de mal genio que llegue a desbordarle, mostrará siempre un carácter pacífico y conciliador, aunque siempre conservará sus puntos de vista a los que difícilmente renunciará.

Tiene criterios propios e independientes que defenderá ante cualquier contratiempo hasta salir victorioso. Se impondrá a los demás si es necesario, pero lo hará de tal forma que no parezca una imposición, sino para hacer ver a los demás que se ha llegado a un claro acuerdo.

Hombre racional y lógico, sabe priorizar y dividir sus esfuerzos para conseguir lo que busca sin derrochar demasiadas energías. Solamente las justas, siempre guiado por su extraordinario sentido práctico.

No es en absoluto el tipo de persona que dedique tiempo a tareas superfluas o que precisen mucha dedicación para obtener un resultado pobre. Prefiere el mundo de las palabras al de los números, seguramente, en su niñez destacaría en asignaturas no relacionadas en absoluto con las matemáticas.

Se puede decir que alguien generoso con lo que tiene, lo que le puede llevar a algún que otro problemilla para la administración de sus bienes. Como buen político, da muestras de diplomacia, prudencia y discreción.

Se comporta exactamente cómo tiene que hacerlo y dice lo que tiene que decir. Controla su discurso de manera que se adapte a unas directrices, lo que le debe costar más de lo que aparenta pues es de naturaleza impaciente. Tiene mucho que decir y poco tiempo para ello.

Es consciente de su relieve en la sociedad en la que vive y de ser un personaje público con un claro posicionamiento del que se encuentra orgulloso. Reafirma su individualidad y tiene bastante seguridad en sí mismo y en lo que puede llegar a conseguir. Así es Pedro Zerolo, un diestro comunicador en su ámbito profesional.