La Junta declara conjunto histórico el centro urbano de la capital

La superficie delimitada, de 163 hectáreas, resume la evolución histórica de la ciudad desde su fundación fenicia hasta la expansión del siglo XIX
Calle Larios De Málaga Capital Con Comercio, Turistas, Ciudadanos
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EUROPA PRESS
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El Consejo de Gobierno de la Junta ha acordado inscribir en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, con la tipología de conjunto histórico, el centro urbano de Málaga. El área delimitada, con una superficie de 163 hectáreas, es un compendio de la evolución de esta ciudad durante casi tres milenios, desde su fundación fenicia en el siglo VIII a.C., y se sitúa entre los dos accidentes geográficos que determinaron históricamente el asentamiento: el monte de Gibralfaro y el río Guadalmedina.

Pocas ciudades en el mundo presentan una superposición tan amplia de las huellas del paso de diferentes civilizaciones. Testimonios fenicios, púnicos, romanos, árabes, modernos y contemporáneos hacen que convivan en el mismo tejido urbano monumentos como el Teatro Romano, la Alcazaba, la Catedral, la Aduana y la Judería. Del asentamiento fenicio, eminentemente comercial, se conservan restos de su recinto amurallado en los sótanos del actual edificio del Rectorado de la Universidad, en el Paseo del Parque y en la calle Císter.

Por toda la ciudad se reparten asimismo testimonios arqueológicos de la 'Malaca' romana, cuya zona más importante se sitúa por encima del puerto, al pie de la colina de la Alcazaba. Allí se encontraban un templo y un arco de triunfo, además de un teatro cuyos restos se han recuperado para formar un espacio expositivo y escénico.

La ocupación de la ciudad continúa de forma ininterrumpida durante las épocas visigoda, bizantina y musulmana. De esta última destaca la Alcazaba, el antiguo alminar de la iglesia Santiago y la puerta del mercado de Atarazanas, así como los restos de la muralla y de sus puertas (las de Granada, de Buenaventura y Antequera).

Con la conquista de la ciudad por los Reyes Católicos en el año 1487, el trazado urbano se extiende más allá del recinto amurallado, con la construcción de iglesias y conventos que dan lugar a la formación de nuevos barrios extramuros. Entre los edificios de esta época destacan el Hospital de San Lázaro (1491) y el convento de los Trinitarios Descalzos (1491).

Catedral de la encarnación y palacio episcopal

A lo largo de los siglos XVI y XVII se consolida la transformación Málaga como ciudad cristiana de tipo conventual, con grandes parcelas de huertas. De este periodo son monumentos como la Catedral de la Encarnación y el Palacio Episcopal, numerosos inmuebles con pinturas murales en sus fachadas y también la Casa-taller de Pedro de Mena, uno de los escasos ejemplos de la arquitectura doméstica malagueña del XVII.

La siguiente centuria fue especialmente fructífera para la ciudad, con la construcción del Acueducto de San Telmo y la reforma de las iglesias del Sagrario, San Juan Bautista, Santiago y Santos Mártires. Destaca también, como una de las mejores muestras de la arquitectura civil, el inmueble de la Sociedad Económica de Amigos del País.

En el siglo XIX se configura la imagen actual de la ciudad a través de desamortizaciones de propiedades eclesiásticas, nuevas alineaciones, aperturas de viales y grandes reformas en el interior del centro histórico. Predomina la arquitectura burguesa, con sus característicos balcones de cerrajería de hierro fundido, y los denominados pasajes, de los que se conservan el de Heredia y el de Álvarez o Chinitas. Edificios culturales como el antiguo Conservatorio de Música María Cristina, el Teatro Cervantes y la Plaza de Toros, entre otros, ejemplifican también los nuevos signos de la modernidad decimonónica.

Completan el conjunto ahora protegido la calle Larios, que culmina el anhelo histórico de comunicar la Plaza Mayor con el Puerto; el Paseo del Parque, diseñado como prolongación de la Alameda Principal, y las zonas de expansión de la ciudad en torno al camino de Vélez-Málaga como lugares de residencia de la burguesía.

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