El fruto de dos años de batalla vecinal

Las Flores estuvo dos años de guardia para evitar que se hiciera una casa de realojo que ahora es centro cívico.
Varios vecinos de Las Flores,ayer, junto al edificio por el que lucharon durante años. Fernando Blanco.
Varios vecinos de Las Flores,ayer, junto al edificio por el que lucharon durante años. Fernando Blanco.
Varios vecinos de Las Flores,ayer, junto al edificio por el que lucharon durante años. Fernando Blanco.
Corría el año 2000. Desde las siete de la mañana hasta las nueve de la noche, «incluso en Navidad», recuerda Ángel Centeno, portavoz de la asociación de Las Flores, siempre había algún vecino apostado en la esquina de las calles Clavel y Margarita, donde se empezó a hacer una casa para el realojo de tres familias del poblado de La Esperanza.En cuanto veía llegar una excavadora o una cuadrilla de albañiles a rematar la obra daba la voz de alerta, a veces con cohetes, y en pocos minutos se reunían allí los suficientes vecinos como para detenerlo. La Policía tuvo que intervenir alguna vez. Así estuvieron dos años.

«El alcalde prometió a los vecinos que ya no habría más realojos y no cumplió».

Hoy, seis años más tarde, por motivos presupuestarios, este edificio se ha transformado en un pequeño centro cívico con biblioteca, dos salas para talleres, una oficina para el CEAS, otra para la asociación de vecinos y un recinto para los mayores.

«Creíamos que la razón estaba de nuestra parte y no paramos hasta que replantearon la situación», asegura Ángel Centeno. «Afortunadamente, la relación ha cambiado y el trato que tenemos con el Ayuntamiento es mucho mejor», añade.

«Somos un barrio muy unido en el que nos conocemos todos. Cuando nació, hace 50 años, nos ayudábamos unos a otros a hacer las casas y eso une», explica.

Otro frente abierto en el barrio

En el vocabulario de los vecinos de Las Flores no cabe la palabra rendición. El 2 de marzo de 2005, un centenar de personas se concentraron a las puertas de un desguace (centro de descontaminación de vehículos, se llama ahora) que quieren abrir en la calle Azalea. Desde entonces, todos los miércoles, de 10 a 11 h, se reúnen allí para que no se ponga en marcha. Unos días más y otros menos, pero allí están.

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