El AVE cumple 20 años con ocho líneas completas y otras por apuntalar

  • Este sábado se cumplen 20 años de la puesta en funcionamiento del Ave Madrid-Sevilla.
  • La alta velocidad ha crecido hasta completarse ocho líneas con 2.200 kilómetros de trazado.
  • Faltan por finalizar algunos tramos de zonas altamente turísticas, como por ejemplo algunas de Levante.
  • Hasta diciembre de 2011, la inversión en este área ha sido de 39.500 millones de euros.
Imagen de archivo de un tren AVE que hace el recorrido Madrid-Sevilla.
Imagen de archivo de un tren AVE que hace el recorrido Madrid-Sevilla.
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Imagen de archivo de un tren AVE que hace el recorrido Madrid-Sevilla.

El 21 de abril de 1992 la forma de viajar en tren por España comenzó a cambiar con la salida comercial del primer tren de alta velocidad que cubría los 471,9 kilómetros ferroviarios que unen Madrid con Sevilla. Ese día se daba un impulso a la rapidez y se perdía por el camino un poco del romanticismo que tenía ese viaje en el que durante horas se compartía un estrecho compartimento con hasta ocho personas y se intercambiaban experiencias y comidas.

Desde entonces, la alta velocidad ha crecido hasta completarse ocho líneas con 2.200 kilómetros de trazado, que han unido 19 capitales, y se han invertido hasta diciembre pasado cerca de 39.500 millones de euros, incluidas las obras en ejecución.

Del servicio han disfrutado ya más de 80 millones de pasajeros, y valga como dato aleatorio de la importancia de la alta velocidad que en sus primeros diez años de existencia el Ave Madrid-Sevilla había transportado a 24,2 millones.

Las obras de esta vía de alta velocidad en ancho europeo se iniciaron en 1988 y demostraron la importancia del nuevo concepto de tren, ya explotado en otros países, como Francia o Japón.

No sólo se benefició Sevilla de estar más próxima a Madrid (a 2,20 horas), pues se abrieron estaciones en Ciudad Real, Puertollano y Córdoba. La experiencia resultó tan positiva que en 1996 se anunció el inicio de las obras en otra vía del mismo tipo entre Madrid y Barcelona, 667 kilómetros, con un tramo hasta Lérida, inaugurado en 2003, y que tuvo problemas a su paso por Zaragoza por tratarse de un terreno especialmente sensible a este tipo de infraestructuras.

Superados los problemas en febrero de 2008 quedó abierto este nuevo corredor con estaciones en Guadalajara, Calatayud, Zaragoza, Lérida, Tarragona y Barcelona. Son 2,30 horas de viaje a una velocidad que alcanza los 300 kilómetros/hora y que incluso puede superar los 330, mejorando los 250-280 del Madrid-Sevilla.

Unos meses antes, a finales de diciembre, se había abierto el trayecto Córdoba-Málaga, 155 kilómetros que colocaban la Costa del Sol a 2,33 horas de Madrid.

En esas fechas el norte español estaba más próximo del centro, pues Valladolid estaba a 56 minutos de Madrid, y preparaba las conexiones con el resto de las capitales del norte para el futuro.

Queda finalizar Levante

Tras la unión por alta velocidad de parte del sur y del norte, así como del límite sudoeste de la península, quedaba el este; Levante, una de las zonas turísticas y de negocios más importantes de España.

La conexión a través de Cuenca con Valencia y Albacete, 465 kilómetros, se puso en servicio en diciembre de 2010, y en la actualidad se trabaja con la llegada a Alicante, Murcia y Castellón.

Actualmente, también están en funcionamiento los ramales Madrid-Toledo, y Orense con Santiago y Coruña, que contempla ser la unión futura de la alta velocidad desde Valladolid a través de Olmedo.

España se ha convertido en estos veinte años en el país europeo con más kilómetros de alta velocidad y ha demostrado el buen hacer de los ingenieros que han tenido que salvar la difícil orografía del país.

En estos 2.200 kilómetros de alta velocidad se cuentan 148 túneles y 224 viaductos.

Se pierde el romanticismo

La velocidad ha ganado, pues, al romanticismo de desplazarse en tren por el territorio nacional, de sentir la "carbonilla" en la cara o el traqueteo bajo el asiento de madera, de butapercha o de tela, según se viajase en tercera, segunda o primera clase.

También se ha perdido el intercambio de alimentos, la tortilla que salía en un momento determinado del viaje o el chorizo que ofrecía algún pasajero a sus compañeros, e incluso un trago de vino, porque hoy los modernos coches cafetería ofrecen todo tipo de alimentos e incluso está mal visto entre los pasajeros compartir esas "antiguas delicias gastronómicas".

Asimismo han desaparecido aquellas estancias prolongadas en una estación, núcleo ferroviario, para el cambio de máquina, durante las que se asistía a la compra de las famosas "tortas de Alcázar" (de San Juan) o las rifas de caramelos.

El mundo ha cambiado y ahora los desplazamientos son más rápidos, pero más impersonales, eso es lo que tiene el adelanto tecnológico, aunque queden románticos que echen en falta aquellos tiempos en que viajar era más aventura y se sabía cuando se salía pero no cuando se llegaba.

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