Las TIC ayudan a reducir los efectos negativos del desempleo

  • El paro empeora tanto la calidad de vida individual como familiar de las personas.
  • Causa trastornos mentales y psicológicos con un coste económico para los países.
  • Las redes sociales en particular pueden paliar estos efectos, según un estudio.
Una mujer sentada en una ventana de una oficina del Empleo.
Una mujer sentada en una ventana de una oficina del Empleo.
JORGE PARÍS
Una mujer sentada en una ventana de una oficina del Empleo.

La experiencia del desempleo repercute negativamente sobre la calidad de vida y el funcionamiento psicológico de la persona parada y de su entorno familiar, según revela una investigación realizada por la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

Más específicamente, el trabajo muestra una serie de efectos negativos generados por la situación de desempleo, tales el empobrecimiento de la dieta alimenticia, el deterioro de la salud física, el aumento de las tensiones intrafamiliares, la elevación de la tasa de trastornos psíquicos menores —ansiedad, estrés y depresión—, la disminución de los intereses y de las actividades sociales y culturales, etc.

Estos trastornos, tanto psíquicos como físicos, pueden verse paliados por el uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC),  según apunta Manuel Armayones, profesor de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación e investigador del Internet Interdisciplinary Institute de la UOC.

El estudio afirma que las TIC pueden tener una contribución positiva tanto respecto a la propia situación de desempleo como a sus consecuencias negativas sobre la salud mental.

Redes sociales como punto de encuentro

En el caso concreto de las redes sociales, el hecho de que éstas permitan a los ciudadanos interactuar con otras personas que estén pasando por una situación similar, y sobre todo con personas que en un momento determinado pueden convertirse en empleadores, o al menos informarlos de ofertas fuera de los cauces más habituales, puede contribuir a aumentar la probabilidad de encontrar un empleo.

De hecho, según señala el profesor Armayones, en nuestro país ya existen redes sociales específicas para personas en situación de desempleo, como empleobook.es o paradópolis.

En ellas, además de compartir con otras personas tanto la situación profesional como los efectos psicológicos que conlleva en ámbitos como las relaciones sociales y familiares, las personas en paro pueden acceder a formación, información y recursos de apoyo para gestionar su situación.

El paro, solo un factor de riesgo

Por otra parte, Armayones recuerda que se debe huir de la idea de considerar el paro como una causa necesariamente determinante de trastornos psicológicos, sino que hay que entenderlo más bien un factor de riesgo importante que interactúa con otros.

Así pues, cualquier intervención psicológica encaminada a reforzar las habilidades, las capacidades y los puntos fuertes de las personas en situación de desempleo facilitará su reingreso, o acceso al mercado de trabajo, a la vez que se verá cómo disminuyen los efectos psicológicos negativos descritos.

Los costes económicos

Desde un punto de vista estrictamente financiero, en 2011 la Organización Mundial de la Salud (OMS), en su documento Impact of economic crises on mental health, ya comenzó a concienciar sobre la importancia de invertir en salud mental y establecer las líneas estratégicas para mitigar los efectos de la recesión sobre los problemas de salud mental.

Se estima que los problemas de salud mental de los ciudadanos, derivados de la recesión financiera, suponen un gasto económico de entorno al 3-4% del producto interior bruto (PIB) de un país.

El Foro Económico Mundial (World Economic Forum, WEF) también advierte que la desatención de la enfermedad mental puede llegar a conllevar un gasto de 16 billones de dólares en las próximas dos décadas, lo que equivale al 1,3% del PIB mundial.

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