«Nosotros pasamos todas las inspecciones de Sanidad y nos exigen incluso más que a los otros comercios», comenta Dulce Isabel Pérez, mientras su pareja exhibe una abultada carpeta con toda la documentación.
Es el último año que el Ayuntamiento autoriza que se instalen estos puestos de venta ambulantes en fiestas, por la presión del comercio de la zona del Postiguet. Un veto que no entiende: «No hacemos la competencia, abrimos a las 10 de la noche y vendemos otras cosas, no helados», defiende Dulce, que se siente discriminada.
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