El mejicano Ángel Maturino Reséndiz ha sido el reo número 13 ejecutado en el estado de Texas, el que aplica con más diligencia la pena capital en Estados Unidos, en lo que va de año.
Pero Maturino no ha podido asociar este número con la mala suerte ya que los psiquiatras que le examinaron aseguran que el mejicano estaba mentalmente desequilibrado, que no sabía lo que le esperaba, ni era capaz de asociar el castigo con los delitos, y que incluso aseguraba que resucitaría tres días después de morir.
Inyección letal
El alegato final de su abogado Jack Zimmermann, en el que trató de disuadir al tribunal, señalando que en Estados Unidos "no ejecutamos a gente mentalmente desequilibrada; no ejecutamos a gente que no sabe que se le va a ejecutar", no sirvió para evitar que el condenado fuera ejecutado esta madrugada mediante inyección letal.
La mayoría de esos crímenes fueron perpetrados en las proximidades de vías férreas y estaciones de trenes, lo que le valió el apodo del "Asesino del ferrocarril".
"Castigo cruel"
En su declaración final, Reséndiz pidió perdón a los familiares de sus víctimas.
El Consulado General de México en Houston había presentado una apelación ante el Tribunal Supremo en la que ponen en tela de juicio el carácter constitucional de la inyección letal, por considerarlo un castigo cruel y desusado.
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