
Joel-Peter Witkin (Nueva York, 1939) suele justificar la morbidez y crueldad de sus fotos recordando el impacto imborrable del cadáver decapitado de una niña, víctima de un accidente automovilístico, que vió como involuntario testigo cuando tenía ocho años. También añade que no entiende a los humanos desde la racionalidad, sino desde la dictadura de los sentidos.
El polémico artista suele llevar el escándalo allá donde va desde la década de los años setenta del siglo XX, cuando, al regresar de trabajar como reportero gráfico en la Guerra de Vietnam, decidió explorar un área delicada y sujeta a interpretaciones con frecuencia demasiado apasionadas y sujetas a opiniones morales: la deformidad, los cadáveres, el dolor y la sexualidad...
Retablos abigarrados
Constructor minucioso de retablos abigarrados, que a veces parecen altares, donde aparecen enanos, hermafroditas, cuerpos deformes, cadáveres y otros elementos duros, Witkin sostiene que su estilo es una mera continuación del arte clásico y que los temas ya habían sido tratados desde el Renacimiento, con mayor o similar intensidad, por maestros de la pintura y el dibujo.
La Bibliothèque Nationale de Francia, en París, ofrece la oportunidad de contrastar la opinión del fotógrafo en la magnífica exposición Joel-Peter Witkin. Enfer ou Ciel (Joel-Peter Witkin.Infierno o Cielo), inaugurada el martes y en cartel hasta el uno de julio.
Obras clásicas colocadas frente a las fotos
La muestra, la primera de Witkin en un museo nacional francés, es algo más que una antología cronológica que reúne 81 fotografías del artista. Frente a ellas, en la parte central de las salas destinadas a la exposición, se exponen casi medio centenar de dibujos y grabados de los fondos de la pinacoteca seleccionados personalmente por el artista como referentes e inspiración.
El montaje permite que los visitantes pueden ver al mismo tiempo las fotos de Witkin y obras originales de, entre otros, Andreani, Beckmann, Bellange, Campagnola, Carracci, Durero, Ensor, Goya, Picasso, Rembrandt, Rops y Castiglione, de quien se expone un sublime y poco conocido monotipo del siglo XVII. Los referentes clásicos están datados entre el XVI y el XX.
El diálogo entre las obras clásicas y las fotos está organizado por temas. La relación entre el pintor y su modelo, por ejemplo, enlaza dibujos y litografías de Rembrandt y Picasso con el retablo de Witkin Poussin in Hell (1999).
La confrontación entre Witkin y sus fuentes de inspiración da la razón al fotógrafo. Por una parte, permite comprobar que el retrato de lo oscuro y del universo de los sentidos ya estaba presente en obras del Renacimiento. Por otra, demuestra que el fotógrafo, que trabaja mediante un proceso0 de numerosos bocetos previos, trabaja con el mismo cuidado compositivo que sus referentes.
La selección de fotos de Witkin abarca toda su carrera, desde obras tempranas como Madame X (1981), una Venus con atributos sexuales masculinos, hasta piezas recientes, por ejemplo, The Paris Triad: The Reader (2011). La antología se ha montado con fondos propios de la Bibliothèque National y cesiones de varios museos europeos.
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