Los colosos del 'skyline' español

  • Los grandes rascacielos han cambiado la fisonomía de nuestras ciudades.
  • Muchos proyectos han quedado paralizados por la crisis.
El 'skyline' de Madrid.
El 'skyline' de Madrid.
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El 'skyline' de Madrid.

Acceso a Madrid por la A-1. Cuatro colosos, visibles a 90 kilómetros de distancia, dibujan de manera desigual el perfil de la capital, lo que popularmente se conoce como el skyline. Es la llamada Bussiness Area, inaugurada en 2009 y compuesta por cuatro rascacielos edificados sobre los terrenos de la antigua Ciudad Deportiva del Real Madrid. El más alto, la Torre Caja Madrid, alcanza los 250 metros de altura, lo que lo convierte en el edificio más alto de España, el tercero de la Unión Europea y el octavo del conjunto del continente.

Siete años atrás, en 2005, las llamadas Torres de Florentino -en alusión al presidente del Real Madrid, Florentino Pérez- formaron parte de la exposición On-Site: Arquitectura en España, hoy, que pasó por Nueva York y varias ciudades europeas, incluidas Madrid y Barcelona. La muestra ensalzaba la fiebre española por la arquitectura más puntera, aquella ideada por arquitectos de primer nivel internacional. Eran los tiempos de las vacas gordas, y España quería estar en la primera división de la arquitectura internacional.

Junto a las torres madrileñas, otros proyectos faraónicos como la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia, de Calatrava; el Centro Niemeyer en Avilés (Asturias) -donde ahora se programan actividades de escasa entidad-, o la aún sin terminar Ciudad de la Cultura de Santiago de Compostela, de Eisenman, también formaban parte de la muestra. Pero llegó la crisis, y las ambiciones de España pasaron a un segundo plano.

"En España se han cometido todo tipo de excesos", explica uno de los principales arquitectos del estudio Herzog & de Meuron, uno de los más importantes del mundo. Salió de España con destino Suiza en 2004 y volvió en 2007, poco antes del estallido de la crisis, para trabajar en el proyecto del madrileño Caixaforum. Hoy recuerda aquellos días, y no precisamente con nostalgia. "La construcción se basó, durante demasiado tiempo, en operaciones puramente económicas, y no humanas. La crisis ha hecho que se racionalice todo el proceso y ha devuelto la arquitectura al lugar donde debía estar: al servicio de las personas y no al del valor monetario".

El hecho es que si de lo que se trata es de estar al servicio de las personas, los rascacielos parecen tener el futuro asegurado, según apuntan los expertos. "Un rascacielos es un ejemplo de eficacia y sostenibilidad", apuntan desde Herzog & de Meuron, lo que lleva a pensar que buena parte del futuro de nuestras ciudades pasa inevitablemente por ellos. "El rendimiento de un rascacielos es infinitamente mayor que el de una urbanización en las afueras. Al final, resulta ser un edificio mucho más inteligente a todos los niveles".

A pesar de esa sostenibilidad, no todo el mundo es partidario de contar en su ciudad con uno de estos edificios. "Cada vez que voy a Bilbao me duelen los ojos", cuenta Juan, bilbaíno, en referencia a la Torre Iberdrola, situada a apenas 500 metros del Guggenheim. "Es dantesco", opina. "Algo que siempre he valorado de Bilbao es que llegas y ves el cielo, al contrario de lo que ocurre en Madrid o Barcelona".

En el extremo opuesto, un habitante de esta última ciudad, Elías, está entusiasmado con uno de los emblemas de Barcelona, la Torre Agbar, de Jean Nouvel. "Destaca del resto del paisaje urbano, ya forma parte del perfil de la ciudad. Me gusta por su estética y sus colores, y especialmente por cómo refleja la luz dependiendo del momento del día". Sobre gustos no hay nada construido.

Son varios los rascacielos cuya construcción se ha paralizado o no ha llegado a arrancar. En Sevilla, la Torre Cajasol, a medio construir, ha levantado todo tipo de polémicas que han llegado hasta la Unesco. En Barcelona, el espectacular (al menos en papel) edificio Nuvia, de Frank Gehry, está aparcado sine die, al igual que el proyecto urbanístico conocido como Nuevo Valladolid que proyectó dos torres de 90 y 110 metros en la ciudad castellana.

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