Un pueblo indio, ejemplo del mayor plan de empleo rural del mundo

  • Vijaypura, en el Rajastán indio, ha llenado de árboles y vegetación lo que era un entorno pedregoso y semiárido.
  • Este pueblo es uno de los lugares donde funciona bien la Ley Nacional Rural de Garantía de Empleo Mahatma Gandhi.
  • Estipula una paga de 2,4 dólares diarios por un máximo de cien días trabajados en obras públicas no especializadas del campo.
  • El plan MGNREGA fue aprobado en 2005 y solo este ejercicio se han beneficiado de él casi 38 millones de hogares indios.
  • También hay voces que denuncian el gasto (8.800 millones de dólares este año), la corrupción o su efecto sobre la inflación en el campo.
El exalcalde de Vijaypura, Kalu Ram Salvi, y la alcaldesa, Rukmani Devi Salvi, con sari rojo (d), posan el pasado 2 de marzo ante un pozo construido gracias a un programa nacional de fondos para los aldeanos.
El exalcalde de Vijaypura, Kalu Ram Salvi, y la alcaldesa, Rukmani Devi Salvi, con sari rojo (d), posan el pasado 2 de marzo ante un pozo construido gracias a un programa nacional de fondos para los aldeanos.
EFE
El exalcalde de Vijaypura, Kalu Ram Salvi, y la alcaldesa, Rukmani Devi Salvi, con sari rojo (d), posan el pasado 2 de marzo ante un pozo construido gracias a un programa nacional de fondos para los aldeanos.

En lo alto de un monte, la alcaldesa de Vijaypura, en el Rajastán indio, se felicita por el logro del mayor plan de empleo rural del mundo, que ha llenado de árboles y vegetación lo que era un entorno pedregoso y semiárido.

Vijaypura es uno de los lugares donde funciona bien la Ley Nacional Rural de Garantía de Empleo Mahatma Gandhi (MGNREGA) de la India, que estipula una paga de 2,4 dólares diarios por un máximo de cien días trabajados en obras públicas no especializadas del campo. Con ese programa, cuenta la alcaldesa del pueblo, Rukmani Devi Salvi, los campesinos han pasado años cavando zanjas y construyendo presas y pozos para conservar el agua, y han pavimentado caminos de los alrededores.

"Nuestra tierra es muy mala, pero ahora tenemos hierba para los animales y hasta lagos", explica, mientras señala fosas, matorrales y un pozo recién construido en el que campesinas vestidas con saris coloridos se esfuerzan por sacar cubos.

El plan MGNREGA fue aprobado en 2005 y solo este ejercicio se han beneficiado de él casi 38 millones de hogares indios, aunque son frecuentes las críticas por el gasto (8.800 millones de dólares este año), la corrupción o su efecto sobre la inflación en el campo.

Volver a estudiar dónde es necesario

"El Gobierno tiene que volver a estudiar la aplicación del plan y ver dónde es realmente necesario. Han pasado cinco años y es fácil saber dónde hay corrupción y dónde no", cuenta a Efe el funcionario del programa en la zona, Raj Kumar Ji Banjara.

Pero en Vijaypura, dicen los aldeanos, el MGNREGA sí que funciona, en parte porque cada gasto es pintado escrupulosamente a brocha en las paredes del ayuntamiento para que todos sepan en qué se gastan los fondos asignados.

En la zona tiene su cuartel general el sindicato liderado por la influyente activista Aruna Roy, el Grupo de Poder del Trabajo Campesino (MKSS), que fue fundamental para la aprobación del MGNREGA y de la ley de derecho a la información (RTI). Roy llegó aquí como funcionaria del Gobierno en 1987, y luego abandonó su empleo para dedicarse por entero a la zona, muy pobre, escenario de frecuentes sequías y donde que se quedó a vivir en una sencilla casita situada en la aldea de Devdungri.

Desde su hogar (de adobe, sin agua corriente) Roy y los activistas del MKSS iniciaron una campaña contra la corrupción que cristalizó con la aprobación de la ley de derecho a la información, y luego capitanearon la puesta en marcha del MGNREGA.

"El empleo básico de cien días al año quiere decir dignidad, respeto, participación en la democracia. El MGNREGA es fuerte gracias a la ley de información, porque ahora tenemos derecho a hacer preguntas al Gobierno", dijo a Efe Roy en Delhi.

Las altas tasas de crecimiento de la India en esta década han beneficiado sobre todo a las élites urbanas, pero 833 millones de indios (el 69%) viven en el campo y la mayoría de ellos siguen ocupados en tareas agrícolas y con recursos casi de pura subsistencia.

El modelo de crecimiento se ha alimentado del sector servicios y las manufacturas, pero líderes y funcionarios indios asumen, sin saber muy bien cómo hacerlo, que se necesita un masivo traspaso de población desde el campo a la ciudad.

Ajena a esa cuita, la alcaldesa Salvi cree que el plan agrario es una bendición: en Vijaypura han comenzado a gestionar el agua escasa y con la naciente maleza algunos campesinos se han animado a comprar ganado, en realidad unas pocas cabras.

"Antes la gente no tenía trabajo. Pero ahora las mujeres han empezado a trabajar y tienen su propio dinero. Pueden comprar cosas, pueden comprarse bisutería o lo que les dé la gana. No dependen tanto de sus maridos", afirma de buen humor la alcaldesa.

"Es verdad que las cosas son más caras ahora, pero tenemos dinero para hacer más compras. La situación es mejor ahora", añade.

Ella misma, analfabeta y de casta "intocable", es signo de los cambios del campo: llegó a la alcaldía en 2010 a instancias de su marido y ex alcalde, Kalu Ram Salvi, que no podía volver a concurrir porque el puesto quedaba reservado a una mujer en esta legislatura.

Así que es Rukmani quien recibe a las visitas, y es su marido el que gestiona el papeleo y se lo da para que lo firme: "aquí todas las familias (explica él) tienen al menos una tarjeta de trabajo". Y luego, caminando por una de las pedregosas áreas de trabajo, apunta con orgullo a un grupo de ciervos, a lo lejos en la espesura, que beben en un abrevadero recién creado.

"Los campos de Vijaypura (concluye) eran casi un desierto, pero en esa zona, un día... ¡alguien vio un leopardo!".

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