El joven protagonista de Aire de Dylan se parece al cantante, de 70 años, al que Vila-Matas "admira" y le gustaría poder ver y oír en directo algún día. El chico es un "prototitpo" de un hijo de famoso aplastado por la figura gigantesca del padre". Vilas-Matas lanza al lector la pregunta de qué es mejor, si ser "muchos personajes, como somos muchos, o ser nosotros mismos".

El escritor tiene claro que, como a este Dylan inventado, le encantaría "no hacer nada". Pero no puede y no sabe hacerlo en su vida, dice. Por eso le envidia.

Pablo Picasso decía que "el arte es una mentira que nos acerca a la verdad", ¿lo comparte?

Completamente, porque todo lo que imaginamos, naturalmente, es. Veo la vida como un escenario. Diariamente asisto a escenas teatrales.

¿Sobreactuamos demasiado?

A veces, para poder soportar una escena fuera de tono, como una pelea en público.

¿También las autobiografías son invenciones?

E imposturas. Como cuando cuentas algo que acabas de hacer. En el momento en el que comienzas a hablar lo hace otra voz. Ya no eres tú.

¿Escribir un libro también lo considera una impostura?

Siempre, al narrar en primera persona, hay esta ambigüedad. Pero yo busco la verdad a través de la ficción. Ciertos escritores de ficción se han acercado más a la verdad que otros que intentan reproducir la realidad desde el costumbrismo.

¿Va por el buen camino en su búsqueda de esta verdad?

Solo consigo pequeñas aproximaciones, que no hay que confundir con la realidad (la que aparece en la tele, la de la calle...). Tras ella hay otro mundo que el escritor, como un detective, busca.

¿Le quedan aristas por descubrir en esta novela?

Todo en la vida me sirve como posible material para imaginar aperturas a lo desconocido.

Fue amigo de Roberto Bolaño, al que frecuentó en Blanes (Girona)...

A pesar de ser una figura literaria mundial, aquí no se le considera. Lo grande nos da miedo y preferimos encerrarnos en lo mediocre.

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