Alemania despide a su expresidente entre el escándalo de la corrupción y las vuvuzelas

  • Con una ceremonia militar boicoteada por la oposición y sus antecesores.
  • El escándalo ha hecho mella en la credibilidad del primer cargo del país.
  • Un 80 % de los alemanes apoya que el presidente sea elegido por sufragio.
El presidente de Alemania, Christian Wulff, anunció su dimisión en una breve comparecencia pública en el Palacio de Bellevue, ante las acusaciones de corrupción y tráfico de influencias en su contra.
El presidente de Alemania, Christian Wulff, anunció su dimisión en una breve comparecencia pública en el Palacio de Bellevue, ante las acusaciones de corrupción y tráfico de influencias en su contra.
Rainer Jensen
El presidente de Alemania, Christian Wulff, anunció su dimisión en una breve comparecencia pública en el Palacio de Bellevue, ante las acusaciones de corrupción y tráfico de influencias en su contra.

El expresidente alemán Christian Wulff se despidió este jueves con un toque de retreta militar, salpicado desde la calle por el fragor de atronadoras "vuvuzelas", en protesta por el escándalo de corrupción que persigue al dimitido político y que ha hecho mella en la credibilidad del primer cargo del país.

La marcha nocturna de soldados con antorchas adoptó así perfiles casi humillantes, más que de honor, en la que Wulff se vio arropado por Angela Merkel -la canciller y líder de la Unión Cristianodemócrata (CDU) que lo colocó en la presidencia en junio de 2010- y por unos dos centenares de invitados.

Desde la calle llegaba el retumbar de las trompetas de plástico arquetípicas del Mundial de Sudáfrica 2010, portadas por unos 250 ciudadanos convocados por internet.

Dentro del palacio, en la recepción a puerta cerrada, Wulff agradeció la asistencia de los presentes, admitió que cuando accedió al cargo nunca imaginó que lo dejaría prematuramente "y de esta forma" y dijo que afrontaba la nueva etapa que se abre en su vida "con curiosidad".

El ahora expresidente presentó la dimisión el 17 de febrero, tras tres meses salpicados por revelaciones sobre regalos de empresarios "amigos" -siendo jefe de Gobierno del "Land" (estado federado) de Baja Sajonia- más intentos de intimidación de Wulff a los medios para evitar que el caso saliera a la luz. Las protestas se han sucedido desde entonces.

Polémico ritual

Lejos de buscar un adiós discreto, Wulff insistió tanto en su derecho a su despedida militar como en una pensión vitalicia -200.000 euros al año- y seguir disfrutando de su automóvil oficial y oficina.

La protesta de la calle -ruidosa, pero pacífica- no era el único lamparón a la ceremonia, datada en el siglo XVI y de por sí tradicionalmente odiada por la izquierda y el ecopacifismo alemán.

El ritual venía envuelto en una especie de boicot, no declarado, por parte de los cuatro antecesores vivos de Wulff, todos ellos de las filas de la actual coalición de Merkel.

Unos 160 de los 369 invitados declinaron asistir, incluidos los cuatro últimos expresidentes, así como el presidente del Tribunal Constitucional, Andreas Vosskuhle, representantes del estamento militar y algunos embajadores.

La oposición boicoteó el acto en bloque.

La credibilidad del cargo

El político, de 52 años, se convirtió en 2010 en el presidente más joven de la historia de la República Federal de Alemania.

Su caso ha hecho mella en la credibilidad del cargo de jefe de Estado, que en Alemania es de carácter representativo, pero que va revestido de autoridad moral.

Un 80 % de los alemanes es partidario de que el presidente sea elegido por sufragio y no por la Asamblea Federal, integrada por los 620 los diputados del Bundestag (cámara baja) y el mismo número de delegados de los "Länder".

La elección de su sucesor tendrá lugar el 18 de marzo, para lo que se cuenta con una cómoda victoria de Joachim Gauck, disidente en tiempos de la extinta Alemania comunista, rival de Wulff en 2010 y que ahora se presenta como candidato consensuado entre el Gobierno de Merkel y la oposición socialdemócrata-verde.

La única fuerza de la oposición parlamentaria que no le respalda es La Izquierda, que designó para el cargo a Beate Klarsfeld, luchadora antifascista y cazanazis que contribuyó a la captura en Bolivia en 1983 del exjefe de la Gestapo en la Francia ocupada Klaus Barbie, "el carnicero de Lyon".

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