Fran Gómez y Javi García –19 y 20 años– manejan con soltura los aparatos de gimnasia instalados en el parque del Calero, en el distrito de Ciudad Lineal, donde se los encontró 20 minutos.

Estos jóvenes –uno de ellos en paro y el otro becario en una universidad– son dos de los muchos que a diario utilizan alguno de estos circuitos biosaludables o zonas para mayores –alrededor de 200 instaladas por toda la geografía regional–, porque no pueden ir a un gimnasio de pago, según explican con resignación.

De hecho, en los últimos cinco años han tenido que cerrar sus puertas 250 gimnasios de la región (el 18,5% del total) debido a la crisis, según explican desde la Asociación Madrileña de Empresarios de Servicios Deportivos (Asomed). Con los datos en la mano aseguran que solo quedan 1.100 negocios de este tipo (centros de pilates, de entrenamiento personal, de yoga o gimnasios) de los 1.350 que llegó a haber hace un lustro.

Lo cierto es que mientras que los gimnasios pierden clientes, cada vez son más los jóvenes y adultos que utilizan las zonas deportivas de mantenimiento al aire libre –concebidas para la tercera edad–, que aunque se instalaron por primera vez en la región en Leganés (2005), ahora las hay en casi todos los municipios, incluso en los más pequeños.

Hasta 64 localidades de menos de 15.000 habitantes como El Berrueco (615 ), Cenicientos (2.088), Quijorna (3.010) o Brunete (9.967) cuentan con un parque geriátrico o biosaludable instalado a cargo del Plan Prisma de la Comunidad y que a menudo terminan utilizando los vecinos de menor edad, aunque no esté aconsejado.

"Sabemos que los más jóvenes los usan porque se parecen a los de los gimnasios, sobre todo las bicicletas y el esquí de fondo. Los mayores muchas veces tienen que pedirles que se marchen y recordarles que son para ancianos", explica Javier Yoller, presidente de la Asociación Española de Fabricantes de Mobiliario Urbano y Parques Infantiles (Afamour).

El abuso por parte de los jóvenes ha llevado a los fabricantes a tener que desarrollar una línea exclusiva de aparatos de fitness para jóvenes y que ya se están instalando en algunas zonas al aire libre. "Los aparatos de mayores tienen una vida útil de cinco años si los usan ancianos, pero no están pensados para la fuerza ni el ritmo de personas de menos de 60 años", aclaran los fabricantes.

El uso inadecuado de estos instrumentos no preocupa solo porque puedan romperse, sino que todos los expertos consultados por este diario alertan de un riesgo añadido: carecen de supervisión y no hay monitores que enseñen cómo utilizarlos. "Hay algunos aparatos en los que se trabaja jugando con el propio peso del cuerpo y eso exige la supervisión de un especialista", alerta Elías Hernández Aparicio, uno de los autores del estudio sobre ventajas e inconvenientes de los parques geriátricos publicado por la Facultad de Educación Física de la Universidad de Málaga.

Además, aclaran que estos circuitos están "expresamente desaconsejados para los menores de edad", que no deben usarlos en ningún caso. "Los parques geriátricos pueden generar el hábito saludable, pero tienen el inconveniente de que se usan de forma incorrecta".

Los ancianos que no se atrevan a utilizar en solitario las instalaciones de los parques geriátricos cuentan con una alternativa que ofrecen la mayoría de los grandes ayuntamientos de la región, entre ellos el de Madrid. En la capital 672 ancianos de más de 60 años se apuntaron el año pasado al programa ejercicio al aire libre para mayores que se desarrolla dos días por semana en diferentes parques bajo la supervisión de un monitor profesional.

El objetivo de este proyecto, que se desarrolla desde 2005, es que los abuelos hagan ejercicio y descubran que les reporta beneficios sociales, físicos, funcionales y emocionales.

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