El aventurero y presentador Jesús Calleja se enfrenta a uno de sus desafíos más complicados: ascender al Everest con dos novatos como equipaje. En su nuevo especial, Desafío Everest (domingo, 22.30 horas), diez aspirantes a montañeros competirán para llegar a la llamada "barrera de la muerte", el Campo 3 de la montaña más alta del mundo, situado a 7.300 metros de altura y con temperaturas de 30º bajo cero. Sólo dos conseguirán llegar a lo más alto.

¿Qué tipo de personas se presentaron al casting?

Se han apuntado personas que sabían a lo que venían, a un gran desafío, aunque no tenían experiencia. También ha habido alguno que se ha apuntado porque es televisión y quiere salir. Hay quien se presenta a todo con tal de aparecer por la tele.

¿Y qué tal les ha ido a estos últimos?

Estas últimas personas han ido evolucionando y una vez dentro del programa se han dado cuenta de que el programa es de verdad que tienen que tener una instrucción impecable para escalar el Everest, que tienen que estar preparados física y mentalmente. Vamos a la barrera de la muerte, a 7.300 metros de altura y a las puertas del invierno. Han visto la dimensión del desafío y se han dado cuenta de que por encima de la tele es una grandísima aventura.

¿Qué aporta este nuevo desafío?

Hemos dado una vuelta de tuerca, porque los anteriores desafíos eran complicados, pero no eran técnicos. Solo en la cascada de hielo del Khumbu se calcula que han muerto más de 70 personas y eso sólo es parte del recorrido del campo base al Campo 1. A partir de ahí es una exposición continua a las avalanchas. Más tarde hay que escalar un muro de hielo de hasta 700 metros, superar la altura…

¿Y cómo lo han llevado los aspirantes?

Es alucinante la lucha épica de los dos participantes por terminar el desafío. Hay alguno que me dijo que nunca había visto la nieve.

¿Y a usted, no le da miedo enfrentarse a esto con novatos?

Tenemos el mejor equipo de seguridad, los mejores sherpas, a Willie Benegas, el más experto en el Everest, mi propia experiencia… y aún así al ver de cerca el Everest empiezas a pensar que puede suceder algo, a pesar del anillo de seguridad. Hay un margen que no se puede controlar, eso es lo que le da verdad a este programa. Creo que nunca se ha hecho un programa así. Al final sólo dos aspirantes lo intentan con nosotros, por precaución.

¿Para esta aventura, es más importante la preparación física o la mental?

Una combinación de ambas. En el cásting buscamos personas que estuvieran bien físicamente, que hicieran otros deportes. Pero también es fundamental la aptitud psicológica. Solamente en el campamento base estás 20 días a 5.350 metros de altitud y es exactamente como si te quitaran un pulmón, te falta el 50% del oxígeno y a 7.000 metros te falta el 70%. La altitud te va matando poco a poco y debes superar esa agonía.

¿Para qué sirve subir una montaña?

Hay a quien le vale para evadirse, para reflexionar, dejar de respirar aire nocivo, hacer deporte, hacer cosas en familia… El campo y la naturaleza te hace vivir más intensamente.

Estuvo a punto de morir ahogado al caer en el Amazonas y en su última aventura se estrelló de nuevo. ¿Tiene una historia de amor con los globos aerostáticos?

Volar en globo de manera convencional es muy simple, pero volar en globo cuando no hay superficie lisa para aterrizar y en condiciones atmosféricas terribles es lo más extremo que hay para hacer en globo y hemos descubierto que eso nos gusta.

¿Merece la pena?

Lo que nos pasó es que un globo ha impactó contra los árboles e incluso se incendió y el otro se ha estrelló en un lago a 50 km/h y a 44 grados bajo cero. Eso sí, hemos batido dos récords: el vuelo en globo más al norte en invierno y el otro cruzar el lago más grande de Laponia en globo.

Lo que falta entonces es pulir los aterrizajes, ¿no?

(Risas) Un globo tiene que aterrizar y despegar de una zona plana y sin viento… y nosotros hemos llegado a ir a 70 km por hora en lugares agrestes.

¿Hay más afición al alpinismo en España a raíz de su programa?

A juzgar por Twitter y Facebook, sí. La gente nos dice "he dejado de fumar", "he vuelto a la naturaleza", "he desempolvado mis botas de montaña", "voy a hacer más aventura"... Te hablo de miles y miles de mensajes diciendo que gracias al programa se han encontrado o reencontrado con la naturaleza. Vamos por la sexta temporada y seguimos en prime time, eso es porque a la gente le interesa.

¿Qué ha aprendido de la tele?

Cuando trabajaba de guía de montaña me encantaba enseñar a la gente a moverse por la naturaleza y las montañas. Ahora hago lo mismo, pero para una gran audiencia y para personas que no tienen que ver con este mundo y se aficionan.

¿Se nota más suelto?

Esto al final se convierte en un oficio que acabas aprendiendo. Sobre todo aprendes a no tener tensión delante de la cámara, que se convierta en una amiga. Yo me olvido de que está y sólo pienso en divertir a la audiencia, que vean el mundo como lo vemos nosotros.

¿Presentaría otro tipo de programa?

Ni me lo puedo plantear, porque tengo una vida muy rica con lo que estoy haciendo y además, he firmado un contrato por tres años más para hacer esto.

¿Cómo lleva la fama?

Paso medio año viajando y cuando vengo me sorprende. Llego al aeropuerto y despierto expectación y la gente se quiere hacer fotos. Para mí no deja de ser curioso.

¿Cómo se ve en 30 años?

Exactamente igual que ahora. Hasta el día que me muera estaré viajando, corriendo aventuras, con un espíritu inquieto, en la medida que la edad me deje hacerlo, pero siempre con un pensamiento positivo de que todo se puede conseguir.

Otro gran aventurero de Cuatro es Frank de la Jungla, que nació en León, como usted... ¿Qué les dan de comer en esa tierra?

Últimamente los de León estamos… (risas). Tenemos mucha suerte de poder estar en una cadena que apuesta por gente con peculiaridades y que cuentan las cosas de forma diferente.