¿Cuáles son los productos de inversión más seguros?

  • El consumidor se decanta por estrategias de inversión menos rentables y seguras.
  • Invertir en deuda pública o depósitos a plazo fijo, son algunas de las opciones.
  • Antes de decantarse por un producto, lea la letra pequeña y pida asesoramiento.
Billetes y una moneda de euro.
Billetes y una moneda de euro.
Marc Mueller / EFE
Billetes y una moneda de euro.

La dura crisis económica ha hecho que las estrategias de inversión de los clientes de los bancos haya cambiado. En parte, por la desconfianza del ahorrador en el sector financiero, pero a pesar de todo y con algo más de recelo, los consumidores siguen buscando sacar rentabilidad a sus ahorros.

Eso sí, ahora se miden más más los riesgos, y más tras las pérdidas de miles de euros por parte de ahorradores que dejaron todo su capital en participaciones preferentes.

No obstante, la situación actual ha servido a muchos ahorradores particulares para elegir productos más seguros y buscar estrategias de inversión algo menos rentables pero más firmes.

Los productos

Algunos de los productos financieros que no pueden faltar en la estrategia de inversión de un ahorrador particular conservador son los siguientes:

- Deuda pública: la deuda pública española está en la actualidad muy atractiva, teniendo en cuenta que su relación riesgo/rentabilidad es bastante equilibrada. A pesar de que muchos tengan cierta desconfianza en invertir en este tipo de productos, la probabilidad de una pérdida de los ahorros invirtiendo en deuda pública nacional es muy improbable. Además el Estado avala al 100% a los inversores.

- Depósitos a plazo fijo: siguen siendo el producto estrella de los ahorradores más convencionales. Si se desea una rentabilidad segura, durante un plazo determinado y unas buenas condiciones en su producto de ahorro, los depósitos son la mejor opción.

Nuestro capital está asegurado por el Fondo de Garantía de Depósito, garantizando 100.000 euros por persona y entidad financiera, en caso de un hipotético cierre de la entidad o banco donde hayamos contratado el depósito. Aún después de la restrictiva Ley Salgado a los depósitos de alta rentabilidad, todavía es posible encontrarnos con depósitos sin vinculación y con una alta remuneración, superando el 4% en muchos casos.

- Fondos de inversión: cada están más pensados para el inversor particular. Hay una gran variedad de fondos de inversión, entre los que podemos escoger aquel que mejor se adapte a nuestro perfil y necesidades individuales, desde los más conservadores como los fondos de renta fija, pasando por los garantizados o los que suponen algo más de riesgo como son los fondos de renta variable.

El único inconveniente que podría existir en este tipo de productos es que el ahorrador debe tener un cierto conocimiento del mercado, así como los depósitos no requieren de ningún tipo de instrucción previa demasiado amplia acerca del mercado o de las particularidades del producto.

- Acciones en bolsa: no son productos complejos pero si pueden tener un cierto componente de riesgo. Por eso es importante conocer bien los aspectos y características de los títulos que hemos adquirido. La ventaja de invertir en bolsa es la liquidez, ya que podremos compra y vender nuestros títulos con total facilidad.

Recomendaciones para invertir

Antes de invertir es necesario saber lo que se está comprando y contratando. El consumidor debe solicitar toda la información necesaria y pedir asesoramiento a la entidad para poder entender mejor el producto en el que queremos invertir. Para los inversores menos experimentados lo mejor es acudir a productos no complejos como las acciones, pagarés, deuda pública o fondos de inversiones.

Los productos más complejos como los Hedge Funds, las participaciones preferentes, la deuda subordinada o los Fondos de Inversión Libre, es mejor dejarlos a inversores con más trayectoria.

Aunque la entidad tiene la obligación de hacer pasar al cliente por un test de idoneidad para la inversión elegida, debemos ser el consumidor en primera instancia, los que hagamos una pequeña reflexión acerca de nuestra capacidad de ahorro, nuestra necesidad de liquidez, nuestros conocimientos del mercado, el grado de aversión al riesgo y el plazo por el que queremos invertir.

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