Al menos, durante estos meses los alérgicos al polvo se sentirán algo aliviados, ya que los ácaros prefieren la humedad y la oscuridad para reproducirse.

Demasiado limpios

El incremento del número de alérgicos tiene su origen en el celo excesivo porque los niños no se ensucien y permanezcan alejados de focos de infección, según los expertos. Se trata de la llamada teoría higiénica.

Según esta hipótesis, la falta de contacto de los niños de hoy con la tierra y los animales, que contienen gérmenes, hace que su sistema inmunológico permanezca inactivo y acabe volviéndose loco. Al no tener parásitos o infecciones, porque no encuentra sustancias patógenas, el sistema inmunológico ataca a otras que no lo son y que confunde con agresores. Y así surgen las alergias.

Más contaminación

Por otra parte, vivir en una gran ciudad nos expone a una mayor cantidad de partículas en suspensión, por la contaminación, que son malas para el asma.

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También en recién nacidos

Desde sus primeros días de vida, hay bebés que sufren alergias. Se trata de dermatitis atópicas, que producen picor y lesiones en forma de enrojecimiento por el rascado continuo.  «Antes estos casos eran anecdóticos, y ahora se han convertido en algo habitual», explica un pediatra de Vigo. Los niños que padecen dermatitis atópica poseen una piel más sensible de lo normal, por lo que además de picores y lesiones recurrentes, tienen una mayor propensión a las infecciones cutáneas ocasionadas por bacterias, virus y hongos.