Un jurado declara culpable de asesinato al acusado de matar a su expareja en Pruna

Un jurado popular, por unanimidad, ha declarado finalmente culpable de los delitos de asesinato, hurto y allanamiento de morada, a Francisco Miguel P.R., el hombre acusado de matar "por celos" a su expareja en mayo de 2010 en la localidad sevillana de Pruna tras asestarle un total de 42 puñaladas, según han informado a Europa Press fuentes del caso.

El jurado ha hecho público el veredicto en la tarde de este martes y ha considerado que el ya declarado culpable perpetró un asesinato con alevosía y ensañamiento, aunque tiene en cuenta la atenuante de confesión.

Tras ello, la Fiscalía ha pedido para él 25 años de cárcel por delito de asesinato, mientras la acusación particular que ejerce el letrado Antonio Valle, en nombre de la familia de la fallecida, ha pedido 25 años por el asesinato, tres años por el delito de hurto y otros dos años por un delito de allanamiento de morada.

"un zombi"

Durante su declaración en el juicio, Francisco Miguel P.R., aseguró que no se acuerda "absolutamente de nada" de lo ocurrido el día de los hechos, tan sólo que se escondió en el armario del dormitorio de la víctima hasta que ésta llegó a la vivienda "porque quería hablar" con ella y pedirle explicaciones sobre por qué no le cogía el teléfono, algo que había hecho que se convirtiera en un "zombi".

El acusado, que tan sólo respondió a las preguntas de su letrado, se presentó ante los miembros del jurado popular como una persona enferma, "con complejos" y que nunca había tenido novia hasta el momento en que conoció a la víctima a través de un amigo suyo, tras lo cual comenzaron una relación sentimental y llegaron a estar diez meses saliendo "a escondidas", porque "la gente del pueblo me decía que no me pegaba, que no era la más adecuada, pero como nunca había tenido novia, miraba a través de los ojos de ella".

La convivencia "fue un desastre"

"Le oculté la relación a mi familia durante diez meses, y cuando se enteraron empezaron los problemas", señaló, precisando que estuvo viviendo con ella desde el 10 de diciembre de 2009 hasta el 10 de febrero de 2010, pero la convivencia "fue un desastre" y "decidí irme, pues allí no había cariño, sino desprecio", y a ello se sumaba "que me pedía dinero todos los días". No obstante, y aunque volvió a cada de sus padres, el acusado llamó a la víctima "pero no me cogió el teléfono".

Tras ello, "la vi" por la calle pero "me dijo que la dejara, que no quería saber nada de mí", por lo que "me sentí engañado, ofendido, humillado y frustrado", ya que "yo no merecía eso, sólo quería una explicación" de por qué no cogía el teléfono. "Nunca encontré esta explicación", añadió, tras lo que aseguró que "en ningún momento llegué a amenazarla ni le puse una mano encima; se lo juro ante Dios".

Según subrayó, "yo era un zombi, pues tan mal no me había portado para no merecerme siquiera una explicación", y describió que horas antes de los hechos "tenía la cabeza que me iba a explotar", por lo que "me levanté a las 3,30 horas loco, obsesionado y anestesiado". "Llegué a su casa y salté por la ventana", tras lo que "me escondí en el armario y esperé a que llegara". Cuando la víctima llegó a su dormitorio, "salí del armario y le dije 'Mira Guadalupe, vengo a hablar contigo', y ella empezó a gritar", explicó.

"en prisión lloro día y noche"

Aunque reiteró que "no me acuerdo absolutamente de nada; no fui consciente del número de puñaladas", el imputado dijo que "no me entra en la cabeza cómo he llegado a hacer lo que he hecho, y en prisión lloro día y noche", porque la víctima "fue el único amor de mi vida". "Yo no me planteé matarla en ningún momento", agregó, negando asimismo que actuara movido por los celos.

"Me arrepiento desde el primer día y me arrepentiré mientras mi cuerpo me haga sombra", aseveró el acusado, quien también dijo que no se acuerda de que sustrajera las joyas propiedad de la fallecida y ha remarcado que, tras cometer el crimen, se entregó ante la Guardia Civil.

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