'Euphoria': Adolescentes adictos al éxtasis y el arrebato

Los padres se escandalizarán pero los jóvenes verán retratadas sus ansiedades: así es la transgresora serie sexual de HBO.
'Euphoria': Adolescentes adictos al éxtasis y el arrebato
'Euphoria': Adolescentes adictos al éxtasis y el arrebato
'Euphoria': Adolescentes adictos al éxtasis y el arrebato

Sei Shōnagon, dama de compañía de la emperatriz en el Japón del siglo X, pasó a la historia de la literatura por su diario personal, El libro de la almohada, donde tomaba apuntes y elaboraba listas de lo más variopintas. Una de las más famosas, adorada por Chris Marker, es la de cosas que hacen latir deprisa el corazón.

En el caso de Rue, la protagonista de 17 años que interpreta Zendaya en Euphoria, esa lista estaría compuesta por pastillas, anfetaminas, coca, alcohol y, en general, experiencias límite que permiten salir del aletargamiento vital que nos rodea.

Rue vive saltando entre estimulantes que le permitan desconectar de la decepcionante realidad y acceder a “ese momento en el que tu respiración empieza a ir más lenta, hasta que expulsas todo el oxígeno que tienes. Todo se detiene: tu corazón, tus pulmones y finalmente tu cerebro. Todo lo que sientes, deseas y quieres olvidar se hunde. Entonces, vuelves a darle aire de nuevo; vida otra vez. (…) Con el tiempo, es todo lo que quería. Esos dos segundos de inexistencia”. Así define ella la euforia, del griego εὐφορία: soportar, sobrellevar bien la vida. ¿Y es posible aguantar sin drogas la existencia?

En torno a esa duda giran Euphoria, la serie de Sam Levinson (Nación salvaje) con la que HBO espera ir a titular polémico por semana gracias a su generosa dosis de imágenes explícitas con sexo adolescente, politoxicomanía, autolesiones y todas esas cosas que los padres prefieren vivir ignorando de sus hijos (quizás porque recuerdan demasiado bien lo que hicieron ellos cuando tenían su edad).

Pero más allá de las sobredosis de droga y los montajes de penes erectos, la Euphoria de Levinson quiere ir más lejos que su modelo israelí –de mismo título, pero ambientada en los 90– para hablar de los problemas de identidad, ansiedad y adicción que pueden afectar a los jóvenes de hoy. Su instituto es el jardín de las delicias donde observar el paraíso e infierno de la adolescencia.

Todo empieza cuando a Rue le dan de alta en el centro de rehabilitación donde acabó tras una sobredosis. Vuelve a casa y lo primero que busca es la manera de colocarse. Zendaya encabeza un reparto coral donde también podemos reencontrarnos con Maude Apatow tras verla crecer en las películas de su padre Judd y brevemente en Girls; aquí es la amiga responsable de la protagonista, aquella a quien le puedes pedir una muestra de orina para pasar un test antidroga. Otra recién llegada es Jules, una chica transgénero –interpretada por la actriz trans Hunter Schafer– que rápidamente entablará amistad con Rue.

Como Euphoria es una serie de A24, la productora más cool de Nueva York, el aspecto visual cuidado y llamativo se da por supuesto. Además de Levinson, directoras como Augustine Frizzell o Pippa Bianco firman episodios y el trabajo de selección musical –Drake también produce– es tan enérgico como la puesta en escena o el contoneo de los montajes sincopados que empujan la narración a ritmo de r&b.

El envoltorio formal más atractivo para una serie que puede parecer que llama la atención con el morbo y el escándalo, pero en realidad mira a la cara a asuntos espinosos como la depresión, la violencia y las crisis personales que tintan nuestra euforia. Sobrellevar la vida.

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