La Orquesta de Cámara de Mahler y el Coro Monteverdi, en el marco del Festival de Música de Canarias, que entra en su recta final, ofrecerá este sábado un concierto en Las Palmas de Gran Canaria, después de que ayer lo hiciera en Santa Cruz de Tenerife.

Así, la Orquesta de Cámara de Mahler, dirigida por Sir John Eliot Gardiner, que también estará al frente del Coro Monteverdi, ofrecerán al público del certamen un concierto dedicado a Robert Schumann. En concreto, el programa lo integran 'Requiem para Mignon', 'Sinfonía Nº4' y 'Canción Nocturna', según informó el Gobierno canario en nota de prensa.

Por su parte, Sir John Eliot Gardiner, al frente del coro y de la Orquesta de Cámara Mahler, concentra en este concierto "toda su mirada en un trocito" de la creación sinfónica de Schumann, en concreto, una sinfonía y tres obras sinfónico-corales, siendo así una propuesta musical que responde al impulso de difundir el repertorio "menos conocido" de Schumann.

Gardiner ha manifestado que su objetivo "ha sido ayudar a desmentir ciertos mitos", tales como que Schumann era un "aficionado con talento que no sabía orquestar ni trasladar la poesía de su música para piano solo y Lieder en plenas formas orquestales".

Y es que Schumann ha sido más reconocido por su labor como crítico musical y como compositor de piezas para piano y de Lieder, que por sus obras orquestales. Sus sinfonías, conciertos, su ópera Genoveva, oratorios, obras corales y música de cámara tienen relativamente "poca" presencia.

En cuanto a las obras del concierto programado para el Festival de Canarias están escritas en la década de los cuarenta, quizás los años "más felices" del compositor desde que en 1.840 viera realizado el "gran sueño" de su boda con Clara Wieck. A sus 31 años (1841), puede decirse que había alcanzado la plena madurez creadora.

Así, exceptuando la sinfonía escrita en 1841, 'Réquiem por Mignon', 'Nachtlied' y 'Manfred' fueron escritas en 1849, un año fecundo en la vida creadora de Schumann a pesar de atravesar ciertas experiencias tristes que le llevarían a otra crisis depresiva, tras el vacío que le dejara la muerte de Mendelssohn, la de su hermano Carl y el estallido de la revolución en Dresde, de la que huyó atemorizado.