'Big Little Lies': así ha empezado la segunda temporada

Sobran los motivos (y premios logrados) para ver Big little lies. Y es que esta serie, que el pasado 9 de junio estrenó el primer capítulo de su segunda temporada, da para mucho. Aunque fue concebida para ser un formato ‘mini’, las hordas de seguidores (si bien es cierto que muchos no han apoyado su prolongación) y su trama hipnótica han logrado que se haga ‘maxi’… ¡Y de qué manera! Este episodio nos lo tomamos como el preludio de grandes momentos (y grandes dosis de humor negro y, también, desgracia) que nos esperan en siguientes entregas. Pero, ¿qué ha pasado?

El final de la temporada anterior está más que presente: es hora de cubrir el asesinato, pero, ¿cuánto están dispuestas a hacer las mujeres de Monterey por lograrlo? Aunque de Perry no hay rastro físico, sí emocional: Bonnie (Zoe Kravitz) no puede olvidar aquel fatal empujón y el estrés postraumático que claramente padece es muy difícil de ocultar. De hecho, ¿va a entregarse a la policía? La secuencia de ella frente a la comisaría parece anunciar lo peor…

Celeste (Nicole Kidman) no lo está pasando mucho mejor: ¡el asesinado es su marido! Claro que, conviene no olvidar que era un maltratador y un ser humano terrible, por lo que la inmensa mayoría esperábamos que, de algún modo u otro, saliese de la trama. Pesadillas, recuerdos complejos sobre su nefasta relación e imágenes recurrentes sobre lo sucedido aquella noche le acechan. Pero la cosa puede empeorar y mucho: su pasiva-agresiva suegra Mary Louise Wright (Meryl Streep) se presenta en Monterrey para investigar la muerte de su hijo. Esta no oculta sus intenciones, tal y como le hace saber a Madeline (Reese Witherspoon) nada más conocerla.

Mención especial (¡y un Emmy!) merece Streep, quien con una sola escena (nos referimos a la del desgarrador berrido a la hora de la cena) ha logrado conquistarnos. ¡Tiene tanto que aportar esta suegra psicótica a nuestra vida seriéfila!

Jane (Shailene Woodley) apenas tiene aportaciones en este primer capítulo y la mayoría no son demasiado meritorias: un par de miradas de conquista a su nuevo compañero de trabajo… y poco más. Pero, de contrapunto sirve la contribución de Renata (Laura Dern) que nos regala, una y otra vez, el alivio cómico que hace de este drama una exitosa comedia nigérrima y en clave feminista.