El Consejo Europeo dio el lunes el visto bueno al pacto fiscal del euro y a su norma estrella: la "regla de oro". Los países firmantes, en este caso los 25 que aceptaron el acuerdo, tendrán que incluir en sus constituciones o leyes similares de alto rango un tope del 0,5% del PIB para el déficit estructural anual. Es decir, para el déficit permanente, el que no depende de los ciclos económicos.

Esto, en palabras simples, supone que Europa exige a partir de ahora que las cuentas nacionales estén equilibradas o que tengan superávit; y quien incumpla esto estará, en primer lugar, vulnerando sus propias leyes. Con esta obligatoriedad, además, la UE se asegura de que ningún cambio de Gobierno nacional afecte al techo de gasto.

Los plazos para la consecución del pacto son los siguientes: el próximo 1 de marzo se firmará por todos los estados miembros, menos República Checa y Reino Unido, que aún así tendrán la puerta abierta a una futura incorporación; al menos 12 países deben ratificar el pacto para su entrada en vigor; esta tendrá lugar en enero del año 2013.

España ya adelantó el trabajo con la reforma de la Constitución de septiembre -limitando al 0.4% el déficit estructural anual del Estado a partir de 2020- y Alemania tiene su regla de oro desde 2009, pero la evolución económica se anticipa difícil para todos. "La situación es compleja", explica a 20minutos.es Jesús San Martín, presidente del Registro de Economistas y Asesores Fiscales.

Este economista opina que tanta rapidez supone "forzar demasiado la máquina". "No es muy realista", añade, que en tan poco tiempo los países rebajen tanto su déficit, "la única manera sería que la actividad económica se acelerase muchísimo". Según San Martín, esto significaría que si no hay demanda interna, habría que basarlo todo en las exportaciones, y eso, repite "no es realista".

A su juicio, Europa está haciendo "gestos" -porque "todos están pendientes" de los países- y ha acabado poniendo límites para que algunos "no se pasen mucho". Por eso no hay un 100% de acuerdo y las declaraciones de algunos de los líderes europeos insinúan que la medida no es del agrado de todos, aunque Alemania y el Banco Central Europeo crean que generará confianza.

El pacto obliga, además, a que los países establezcan un mecanismo de corrección automático que se activará en caso de desviaciones significativas. Y prevé sanciones automáticas para los países que superen el 3% de déficit excesivo. Pero, sobre todo, permite a los Estados denunciar el incumplimiento en las cuentas de sus vecinos a través del Tribunal de Justicia de la UE, pidiendo las sanciones directamente.

¿Alguien se atrevería, por ejemplo, con Alemania? San Martín no lo cree. Por otro lado, si no se aplica de manera correcta la regla de oro del 0,5% en los países, el Tribunal podrá imponer multas de hasta el 0,1% del PIB. ¿Es práctico sancionar a los países que no tienen cuentas saneadas? San Martín duda y se remite a la solución inicial: "Al final, todo tendrá que ver con la actividad económica".

Lo que sí parece claro es quién se verá afectado en mayor medida por las exigencias comunitarias, "los países que tienen ahora menos capacidad económica, los más débiles, como Grecia, Portugal o Irlanda". España, por su parte, ha decidido autoexigirse aún más: el ministro De Guindos anunció el pasado viernes que el Gobierno impondrá un déficit estructural del 0 % a las comunidades autónomas para 2020. Menor del previsto.

No obstante, si tenemos en cuenta el corto plazo, las previsiones para 2012 sitúan el déficit en España en un 4,4%, y no parece que esta cifra vaya a cumplirse, según los datos que maneja el FMI. Por eso, Europa se está pensando darle un margen. Grecia -que ha recibido un ultimátum de la UE- prevé terminar 2012 con un déficit del 5,4% si hay quita y Portugal con un déficit del 4%. No son los únicos: Francia, por ejemplo, acabará el año con un 4,8%.