Hay muchas bellezas en el cine, pero Kate Beckinsale deja un regusto especial: elegancia británica, descomunal atractivo y toneladas de simpatía y naturalidad. Podemos verla en Underworld: El despertar, donde vuelve a encarnar a Selene: un vampiro que, además de a los licántropos, ahora debe enfrentarse a la humanidad.

Estar fuera de casa, escuchar siempre las mismas preguntas... ¿Es esto lo peor de ser actriz?

¡No! A mí me gusta estar cada día en un país. Hay cosas peores en mi profesión.

¿Qué ha hecho en Madrid?

Entrevistas en esta habitación. La que mejor se lo está pasando es mi madre: acaba de contarme que está en un tour por la ciudad y tiene muchas fotos que enseñarme.

Otra vez Underworld, ¿por qué?

Nunca he trabajado en una serie encarnando siempre al mismo personaje, así que es raro. Creo que lo más interesante es el cambio de Selene: en la primera entrega era casi un robot, un personaje a lo Clint Eastwood de pocas palabras y sentimientos. Pero todo ha cambiado: se ha enamorado, es madre, su contenido emocional ha crecido.

¿Qué más novedades hay?

Para empezar, la película es en 3D. Los humanos están más involucrados, y hay nuevas amenazas para los vampiros. Y no hay respiro: los que la han visto dicen que es muy intensa. Y luego, claro, está el fantástico mundo que recrea la película, una fantasía muy atractiva y bien realizada.

¿Qué aprende con este papel?

Mis inicios fueron muy clásicos y académicos. Muy ingleses: debuté en el cine haciendo Shakespeare con Kenneth Branagh, rodando en París y en francés, con un texto de Chejov... Todo eso ya me es familiar. Pero no lo prefiero a otras cosas: me siento muy afortunada por poder cambiar. Con Underworld he desarrollado mi físico: tanto entrenamiento me ha permitido hacer cosas que ni imaginaba, y es bueno aprovechar las oportunidades de hacer cosas nuevas... Es recomendable a nivel psicológico. Cuando mi hija me cuenta que cada día hace algo nuevo en el colegio la envidio, así que intento hacer yo lo mismo.

Debutó en Underworld en 2003. ¿En qué ha cambiado usted desde entonces?

¡Han pasado casi diez años, así que espero que en muchas cosas! La maternidad ha sido fundamental: en esta nueva entrega, mi personaje tiene una hija de doce años, casi como yo en la vida real. Ser madre ha hecho a Selene más protectora, más violenta, y creo que a mí me ha pasado lo mismo: la maternidad saca tu instinto más animal.

A su edad, y con una hija, ¿qué le preocupa más del presente?

Que tu hija crezca y se haga más independiente te hace preocuparte por más cosas: creo que es algo normal y saludable. Cuando me crié, no teníamos Internet: tanta información nos hace ser más cobardes, más paranoicos.

¿Cómo se crió?

Cuando era pequeña, mi madre no sabía qué estaba haciendo todo el tiempo: ahora, en cambio, estamos enganchados al móvil, a Internet, y en cuanto no sabemos algo de nuestros hijos durante una hora nos empezamos a preocupar. Es difícil bajar la guardia y dejar que tu hijo vuele solo, pero es lo que necesitan... Creo que, para la propia salud mental, lo mejor es centrarse en lo que te rodea: quedarte con los peligros de tu barrio, de tu vecindario, y no estar tan pendiente de peligros ajenos.

¿Y el futuro? ¿Cómo lo ve?

No estoy muy pendiente de la política: mis padres estaban mucho más implicados. Pero intento transmitir a mi hija valores, digamos, tradicionales: pensar en los demás antes que en uno mismo, tratar a los otros como quieres ser tratado tú, tener compasión...

¿Cuesta, después de unos años, volver a encarnar a un vampiro?

La primera entrega fue la más difícil. Empezaba de cero, no sabía hacer nada, y tuve tantos nervios y miedos que hasta el equipo dudaba de si sería capaz. Pero entrené muchísimo, y salió bien. Ahora, simplemente, he vuelto a utilizar lo que aprendí en su momento.

El martes anunciaron las candidaturas al Oscar: ¿tiene alguna favorita?

Para serte sincera, no he visto todas las películas. Pero me encanta The Artist. Y también me gustaría que, por fin, le den un Oscar a Nick Nolte.

Nació en Londres en 1973. Hija de actores, debutó en el cine en Mucho ruido y pocas nueces (1993). Tiene un hija de 12 años, Lily. Está casada con el director len Wiseman.