Una familia rumana reparte 380 décimos del Gordo en su bar, un mes después de abrirlo

  • Pagar la hipoteca, hacer un crucero o construirse una casa nueva es lo más mencionado por los afortunados ganadores del premio Gordo de la lotería.
  • Un camionero que subió a Huesca a entregar un envio lleva a Molina de Segura (Murcia) diez décimos del Gordo.
  • El 58.268, el Gordo más cargado de millones se ha ido a Huesca.
Algunos clientes del bar 'Carlitos' de Huesca celebran su suerte.
Algunos clientes del bar 'Carlitos' de Huesca celebran su suerte.
Luis Enrique Fácil/ EFE
Algunos clientes del bar 'Carlitos' de Huesca celebran su suerte.

Una familia de rumanos ha repartido en Huesca 38 series del Gordo de Navidad desde un bar que abrieron hace un mes y que bautizaron como 'Carlitos', el nombre dado al hijo más pequeño de la dueña, nacido ahora hace diez meses.

Desde la inauguración del bar, la familia de Carlitos, asentada en la localidad próxima de Grañén, en cuya administración fue adquirido el número 58.268, repartió un total de 380 décimos del Gordo, guarismos que provocan mareos al traducirlos a euros, y más aún a las antiguas pesetas.

Mijaela, hermana de Carlitos, se esfuerza detrás de la barra en atender a un grupo de clientes a los que sirve champán o lo que piden, y se niega a coger el dinero que le entregan mientras repite entre sonrisas: "hoy no se paga".

Mientras tanto, Carlitos llora asustado entre los brazos de la madre al ver el trasiego de gente que entra y sale del local, bailando, gritando y tratando de comprender la cantidad de millones que van a recibir.

Según Mijaela, la práctica totalidad de clientes del bar son trabajadores o inmigrantes que se mueven por la zona y entre los que se han distribuido la totalidad de décimos que pusieron a la venta.

Entre ellos se encuentran Ana y Antonio, un matrimonio que regenta otro bar en una zona próxima y que saludan a todos los vehículos que pasan por la calle.

Antonio, observado con ojos atónitos por los clientes de una gasolinera situada a pocos metros frente al bar, grita insistentemente "somos podridamente ricos", y al ser preguntado por sus planes más inmediatos sale desde su garganta la palabra "crucero".

Una joven también agraciada con el Gordo grita al ver unas cámaras: "somos más famosos que la Belén Esteban", y una amiga le recuerda que "Andreíta tiene que comerse el pollo".

Dos de las jóvenes que se encuentran en el grupo, Sandra y Jocelyn, ambas trabajadoras en un bar que regentan Ana y Antonio, también planean cosas, aunque ya no les agobian tanto sus hipotecas porque ahora, "lo primero es la borrachera".

Otro joven alterado por la noticia no sabe qué responder cuando le preguntan qué piensa hacer con el premio, aunque quizá, exagera, "podría comprarme la mitad de Huesca".

El champán continúa fluyendo en la barra y nadie quiere irse del lugar porque hoy es un día especial para todos los que guardan uno o varios décimos del premio porque piensan que sus vidas, en estos momentos de crisis, han dado un cambio a mejor.

Carlitos, a quien su familia atribuye el mérito del premio, busca protección entre los brazos de su madre, mientras Mijaela sigue atendiendo a los clientes, aunque a veces los nervios le lleven a confundir la consumición que le demandan.

Un camionero que repartió suerte

Ángel Martínez Zaragoza, un camionero de la empresa Fitosa de Molina de Segura (Murcia), que llevó décimos del Gordo del sorteo extraordinario de Navidad, había dicho hace un mes a los trabajadores antes de hacer un viaje a Huesca para transportar maquinaria: "Voy a Huesca. ¿Os traigo lotería?".

Los compañeros le respondieron: "Sí, trae", y en estos momentos se encuentran duchando con cava a Ángel celebrando los 400.000 euros que han obtenido por cada décimo gracias a la suerte de haber adquirido los décimos en el pueblo de Grañén.

Ángel se dirigió a Huesca para llevar un porte y volvió con 10 décimos, por lo que hoy se mostraba muy satisfecho, si bien aseguraba que no da para retirarse, vender el camión y dejar el trabajo, por lo que seguirá haciendo portes.

El polígono era todo una fiesta e incluso los trabajadores de empresas limítrofes a Fitosa se acercaban a curiosear y vitorear el nombre de la empresa agraciada, donde sonaron tracas y se festejó con cava.

Los hermanos Alejandro y José Córdoba, de 23 y 25 años, naturales de Santomera, se repartieron a medias un décimo y han dicho a los periodistas que esta tarde volverán a trabajar en su empresa, Fitosa, tras celebrar con sus novias y familiares la noticia.

Alejandro dijo que estaba "en una nube", y que no sabía como iba a pasar la Navidad, pero que lo que sí tenía claro es que se iba a comer las uvas en Madrid, y que esta tarde volvería al tajo, o que con el dinero iba a pagar la casa que tiene en proyecto, o que le pedirá la mano a su novia para casarse en un año y medio.

Su novia, emocionada, recordaba cómo anoche comentaban en casa que no podían hacer frente a la casa que iban a construir a menos que les tocase la lotería, por lo que ahora no se puede creer que haya tenido tanta suerte.

Su hermano, José, desea comprarse un piso, y como Alejandro, desea volver al trabajo.

Un trabajador de Fitosa que no resultó agraciado porque decidió no comprar la lotería que su compañero camionero iba a traer manifestó que no sentía envidia, sino que estaba encantado de que les hubiera tocado y que está acostumbrado a no comprar lotería.

Diego, trabajador de Fitosa en los 15 últimos años y también agraciado con un décimo, comentaba que se encontraban almorzando un bocadillo en el bar El Huertano del polígono industrial La Polvorista cuando conocieron la noticia y se dejaron el bocadillo en la mesa para irse a sus casas a comprobarlo.

La esposa de Diego, Pilar, se mostraba "supercontenta" por lo ocurrido "y en estos tiempos más todavía".

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