Condenado a cinco años de cárcel por abusar de la hija menor de su esposa durante cuatro años

La Sala de lo Penal del Tribunal Supremo (TS) ha condenado a cinco años de cárcel y al pago de una indemnización de 30.000 euros a un hombre por abusar sexualmente de la hija menor de edad de su esposa durante cuatro años, dándose la circunstancia de que la víctima, ante el "temor" que sentía por la actitud del acusado, llegó a dormir con un cuchillo debajo de la cama.

En la sentencia, a la que ha tenido acceso Europa Press, el Supremo relata que el 9 de julio de 1999 el acusado contrajo matrimonio con la madre de la víctima —de nueve años— y todos ellos se trasladaron a vivir a Los Palacios y Villafranca, donde, "aprovechando los numerosos momentos en que se encontraba a solas con la niña y el ascendiente que sobre ella tenía por la relación cuasi paternal que les unía, comenzó a someterla a diversas prácticas sexuales para satisfacer sus deseos libidinosos".

En este sentido, señala que la menor no opuso resistencia "por el temor que le inspiraba" el imputado, quien le llegó a advertir "de que algo podía pasar si se lo contaba a su madre, todo lo cual la determinaba a consentir lo que el acusado le hacía"; esta situación de "temor" provocó que la víctima durmiera con un cuchillo guardado debajo de la cama "al poco tiempo de producirse" los hechos.

De esta manera, y hasta el nacimiento en 2003 del hermano de la víctima, el acusado aprovechó las ausencias de su esposa para abordar a la menor cuando se hallaba tendida en el cuarto de baño, el sofá del salón de la vivienda o en el colchón que allí instalaban, lo que se produjo "en numerosas ocasiones, a veces hasta dos veces por semana y muy especialmente los sábados por la mañana y con mayor frecuencia durante los periodos de vacaciones escolares, coincidentes con las laborales" del procesado.

"clima de miedo y tensión"

Asimismo, y cuando la menor se encontraba durmiendo en su habitación, el acusado aprovechaba para entrar y acostarse sin ropa interior junto a ella. A consecuencia de estos hechos, la víctima sufrió un cuadro de trastorno por estrés postraumático para cuya curación ha precisado de asistencia terapéutica y psicológica, recibiendo el alta en 2009.

El Supremo considera probado que el acusado llevó a cabo los distintos actos de contenido sexual "en un contexto intimidatorio, un clima de miedo y tensión en la víctima que la llevó a dormir con un cuchillo bajo la cama por miedo a nuevos acercamientos del procesado".

Por estos hechos, el Supremo condena al acusado a cinco años de prisión por un delito continuado de agresiones sexuales con la atenuante muy cualificada de dilaciones indebidas, así como a la prohibición de acercarse a la menor durante otros cinco años y al pago de una indemnización de 30.000 euros por daños morales.

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