La historia se repite: de nuevo, los dientes de un miembro de la realeza son objeto de especulación. Las fotos se revisan y se busca en los archivos el misterioso aparato dental del que todos hablan.

Los hipotéticos brackets transparentes de la princesa de Asturias causaron el año pasado un auténtico revuelo: al final todo quedó en una misteriosa ilusión óptica al ver sus fotografías, y Letizia se ocupó de mostrar a los fotógrafos su sonrisa libre de correctores dentales. Ahora es la duquesa de Cambridge, Catalina, quien pasa por las curiosas lupas de la prensa. En esta ocasión ha sido un ortodoncista el que ha levantado la liebre: el prestigioso dentista Didier Fillion ha asegurado que la perfecta dentadura de la esposa del príncipe Guillermo ha sido obra suya.

Según explicó el experto en estética dental al periódico The Thelegraph, la técnica empleada con la futura reina de Inglaterra se llama "microrrotaciones", y consiste en cambiar sutilmente la alineación de los dientes con ayuda de un aparato situado detrás de las piezas, por lo que resulta invisible.

El objetivo es crear una dentadura natural, pero no perfecta, con una "asimetría armónica". "Los dientes que se parecen a las teclas de un piano no son bonitos, así que tratamos de devolver algunos detalles, tal vez un espacio que no se cierra, o un incisivo corto", asegura el doctor, que también ha trabajado con los dientes de Sadie Frost y John Galliano.

Cuando Catalina anunció su compromiso de boda, la prensa aseguró que había modificado su sonrisa, pero la identidad del dentista hasta ahora ha sido un secreto. Cuando se le preguntó por ello, la joven se limitó a decir al diario The Times: "No puedo decir nada. No puedo ni confirmarlo ni negarlo". El tratamiento dental tiene una duración de seis meses a dos años, por lo que Catalina aún podría llevar puesto el revolucionario y discreto aparato.

Letizia y Catalina tienen más en común de lo que parece. Ambas han sido recientemente comparadas por su elegancia, por su saber hacer como plebeyas en su ejercicio de futuras reinas y también por su a veces excesiva delgadez. A ambas se les han atribuido desórdenes alimenticios, pero también en ambos casos parece tratarse de una cuestión genética, de su constitución.