El jurado encuentra culpable al acusado de matar a su mujer a tiros en 2010

Las acusaciones le piden 25 años de cárcel y la defensa 10 por un delito de asesinato
Un Momento Del Juicio
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EUROPA PRESS
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Un jurado popular ha encontrado culpable este viernes al acusado de matar a tiros a su esposa, María Isabel González Pereira, de 58 años, en el domicilio de ambos en Gijón el año pasado. El juicio se celebró en tres sesiones en la Sección Octava de la Audiencia Provincial de Asturias con sede en Gijón.

Asimismo, mientras las acusaciones públicas y particular piden 25 años de prisión para el imputado por un delito de asesinato con alevosía y ensañamiento, a lo que suman la agravante de parentesco, la defensa solicita solo 10 al aplicar una serie de atenuantes, como son confesión de los hechos y reparación del daño, además de desechar que se pueda aplicar el agravante de parentesco.

En el caso de la responsabilidad civil, todas las partes acordaron que la indemnización quedara saldada al ceder el imputado a los hijos la mitad del piso del matrimonio, ubicado en la calle de Roncal, donde ocurrió el crimen.

En este sentido, la Fiscalía se ha mostrado en contra de la atenuante de reparación del daño, al renunciar los hijos a una parte de la indemnización y hacerse un mes antes del juicio, probablemente para rebajar la pena. Además, ha recalcado que no hay signos de pedir perdón por parte del acusado y ha añadido que el mero reconocimiento de los hechos a la Policía no es atenuante en este caso.

En similares términos se ha expresado el abogado del Estado, mientras que la abogada de la acusación particular, María Jesús Sánchez Obeso, ha rechazado que se pueda aplicar las atenuantes de confesión, ya que esta debe ser espontánea, y tampoco de reparación del daño, ya que la parte del piso que cedió el padre a sus hijos es inferior a la cantidad solicitada.

Por su parte, el abogado de la defensa, Sergio Herrero, ha puesto en duda que se pueda aplicar la agravante de parentesco, ya que la relación matrimonial entre agresor y víctima estaba deteriorada desde dos años antes. Asimismo, ha indicado que no se puede considerar que hubo ensañamiento, ya que ha quedado constatado que el tercer disparo fue el que acabó con la vida de la mujer, por lo que no se intentó aumentar el sufrimiento, según él.

En cuanto a los atenuantes, ha recalcado que su cliente confesó lo ocurrido al primer policía que le detuvo y que incluso permitió acceder al inmueble con sus llaves para que inspeccionaran el lugar. En cuanto a la reparación del daño, ha incidido en que cuando se hizo la cesión de la parte del piso desde la acusación no se mencionó que los hijos renunciaran al exceso del dinero que deberían de recibir, ya que pedían inicialmente 100.000 euros para cada uno.

Durante la vista, el acusado se acogió a su derecho a no declarar, pero sí testificaron sus dos hijos. También durante el juicio los forenses y psicólogo judiciales que examinaron al procesado certificaron que no apreciaron ninguna patología mental en el imputado, al contrario de los sostenido por el psiquiatra propuesto por la defensa, que aludió a un trastorno mental y a que sufrió un momento de obcecación.

Le pidió el divorcio

Según el escrito de calificación remitido por la Fiscalía, el acusado estaba con un contrato de relevo próximo a la jubilación. Desde que se inició esta situación laboral, su conducta cambió y la relación matrimonial se había deteriorado. El hombre mantenía una actitud "controladora" con su esposa y constantes discusiones. Todo ello había motivado que desde principios de abril de este año la mujer le manifestara su intención de divorciarse.

La situación era tal que desde el 16 de ese mes de abril, la mujer se negaba a hacerle la comida ni a arreglarle la ropa. Cuatro días después, sobre las 9.20 horas, la esposa se estaba preparando para ir a trabajar y al ir al servicio desnuda de cintura para arriba, el imputado intentó besarla, a lo que ella se negó.

Fue entonces cuando el acusado, "espontánea e inesperadamente", cogió una escopeta del armario del salón que tenía allí guardada y varios cartuchos, de los que cargó dos en el arma. El hombre esperó a la mujer a la salida del baño y, al salir esta, la encañonó con el arma, a lo que ella colocó la mano izquierda extendida por la palma delante del arma a corta distancia.

El acusado igualmente le disparó, alcanzándole la mano, con la consiguiente pérdida de dos dedos y causándole lesiones graves. La mujer, con una importante pérdida de sangre, abrió una ventana de una habitación contigua y posteriormente se dirigió a la puerta de salida con el propósito de huir.

No obstante, cuando se encontraba a la altura de la puerta, la víctima recibió un segundo disparo en la cara externa del codo izquierdo que le sale por la cara interna. La mujer consiguió, pese a ello, salir al rellano de la escalera, donde pidió auxilia a sus vecinos e intentó subir de rodillas por la escalera.

El imputado salió detrás de ella y efectuó un tercer disparo, que le alcanzó en la espalda, lo que le produjo "un shock hemorrágico por hemorragia interna y externa y consiguientemente la muerte". En el momento de la detención, poco después de los hechos, el procesado llegó a insultar a la víctima ante un policía, al que indicó que la mujer le ponía los cuernos y le había vaciado la cartilla.

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