Algunos residentes comentan que esta avenida es joven y la mayoría de los edificios son nuevos (hay incluso zonas en las que todavía se están construyendo viviendas), pero les sorprende que prácticamente no hay dos iguales: la disparidad de tonos de las fachadas es absoluta y anárquica, sin asomo de  armonización.

El variopinto colorín es poco habitual aunque tampoco molesto. Los hay granates y grises, a juego con los locales comerciales, blancos impolutos, naranjas y blancos; en fin, casi como el arco iris, pero de ladrillos y metal.

Los beneficios para la vista: alegra la avenida y da luminosidad; los inconvenientes: cómo combinar los toldos de las terrazas para no desentonar con el resto de inmuebles, según algunos vecinos.

Los que no aprecian estos detalles estéticos de la arquitectura de la zona, según los residentes, son los conductores fitipaldis que «circulan a gran velocidad y van casi a 200 kilómetros por hora». «Y algunos se dedican a hacer carreras de coches como si estuvieran en una autopista», dicen. ¿A ti te gusta esta avenida?

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