Howard Pyle, un gran ilustrador rescatado del olvido en el centenario de su muerte

  • El artista estadounidense, admirado por Vang Gogh y Mark Twain, fue uno de los más populares dibujantes de finales del siglo XIX.
  • Los protagonistas de sus obras eran personajes míticos e históricos: piratas, gladiadores, nobles de la Edad Media...
  • Una muestra en la ciudad natal de Pyle conmemora el centenario de la muerte del ilustrador con una gran retrospectiva.
Un pirata abandonado en una isla desierta, uno de los óleos que Pyle pintó en 1909
Un pirata abandonado en una isla desierta, uno de los óleos que Pyle pintó en 1909
Howard Pyle (1853 – 1911) - Delaware Art Museum, Museum Purchase, 1912
Un pirata abandonado en una isla desierta, uno de los óleos que Pyle pintó en 1909

Fue un personaje célebre de su tiempo, uno de los ilustradores y narradores más populares del periodo de bonanza de las editoriales a finales del siglo XIX. Escribió libros de aventuras basados en hechos históricos -como Las alegres aventuras de Robin Hood- e ilustró con rigor y sensibilidad artística escenas que iban de lo legendario a lo verdadero.

El Museo de Arte de Delaware, en la ciudad de Wilmington (EE UU), organiza una retrospectiva de la obra de Howard Pyle (1853-1911) con motivo del centenario de la muerte del artista.

Sus ilustraciones de piratas, personajes de cuento, caballeros y figuras históricas de la época colonial americana eran admiradas por Vincent Van Gogh y Mark Twain. Sorprendentemente, Pyle ha caído en el olvido de la historia del arte y sólo entre los académicos y entusiastas queda un rastro de los que fue su prestigio.

Prerrafaelismo y arte japonés

Howard Pyle: American Master Rediscovered (Howard Pyle: Maestro americano redescubierto) se celebra en la ciudad natal del artista y lo saca del olvido con una muestra de 79 pinturas y dibujos datados entre 1976 y 1910. La exposición presenta una perspectiva fresca que no se queda en la obra: también hay fotos familiares y documentos que ponen al autor en el contexto cultural de su época.

La retrospectiva sitúa con acierto la obra del ilustrador y escritor entre la de sus coetáneos. Las numerosas escenas medievales eran un reflejo del romanticismo del siglo XIX, también visible en las obras prerrafaelistas. Los piratas, aunque con indumentarias basadas en manuscritos, tenían un acabado técnico y cromático que recuerda a la fascinación japonesa de James Tissot o Edgar Degas.

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