Nació como Jesús García Sánchez (Madrid, 1945), aunque para el mundo literario siempre ha sido Chus Visor, como su editorial y librería.

Dicen de él que tiene un olfato especial para encontrar a los mejores autores. A pesar de vivir de las palabras, es parco en ellas, e incluso hay algunas a las que odia, como surrealista y kafkiano, sobre todo por la manera en que las utiliza la gente.

¿Recuerda el primer libro que editó?

¡Claro, como para no recordarlo! Fue esa obra maestra llamada Una temporada en el infierno, de Rimbaud. Desde entonces lo seguimos reeditando.

¿Hay que estar loco para atreverse a editar poesía?

No crea. Aunque parezca extraño, nunca se ha leído más poesía que ahora. Y ya ve que están surgiendo muchas nuevas editoriales. Por algo será.

Dice usted que la figura del editor romántico es un mito, que no existe.

Ni ha existido nunca, ni nunca va existir. Puede que alguno vaya de eso, pero seguro que él tampoco se lo cree.

En el escaparate de su librería nunca hay superventas.

No, ni siquiera dentro hay ese tipo de libro de baja calidad literaria,  por mucho que se vendan.

Entonces, sí existe la figura del librero romántico.

Pues no. El público de Visor sabe muy bien lo que hay aquí y lo que viene buscando.

También dicen que en su librería siempre se pueden encontrar escritores.

Sí, es verdad que vienen muchos, a veces sólo a charlar. Aunque ahora se mueven poco, antes venían más.

¿Qué caracteriza al lector madrileño?

Madrid no existe, al menos no tiene conciencia de sí misma como otras ciudades, por lo tanto tampoco existe el «lector madrileño». Pero aquí es donde más se lee, así que seguramente también es donde mejor se lee.

Deme la clave para ser un buen lector.

Empezar desde pequeño y hacerse muchas preguntas. No entiendo a esa gente que empieza a leer a los cuarenta años.

¿Acabará Internet con el libro?

¡Jamás! Tajantemente, no. El libro es un objeto de deseo al que hay que acariciar, oler, palpar...