La Audiencia Provincial de Madrid sienta este lunes en el banquillo, después de haber sido aplazado el juicio el pasado mes de octubre, al hombre acusado de estafar con falsas promesas de rescate a la madre de Sara, la niña que fue retenida durante tres años por su padre en Basora (Irak).

Los hechos se remontan a 2007 cuando, según el escrito provisional del fiscal, el procesado, David R.H., mantuvo conversaciones con Leticia Moracho, madre de Sara, que contaba 10 años, ofreciéndose como experto en seguridad y responsable de la empresa High Security Services.

El procesado, que se enfrenta a cinco años de prisión de acuerdo con la petición del Ministerio Público, mandó varios correos a la mujer donde le aseguraba que podría rescatar a la niña y le pedía por ese servicio 90.000 euros, de los que 46.000 debían ser pagados por adelantado.

Leticia pensó que "la operación sería factible" y entregó al acusado 30.000 euros más 15.000 dólares en efectivo.

David viajó dos veces a la zona norte de Irak sin realizar ninguna gestión para poner en libertad a Sara, según el fiscal, que le acusa de un delito de estafa con el agravante de reincidencia, ya que fue condenado en 2005 a seis meses de prisión por apropiación indebida en Vitoria.

El fiscal también solicita para él una multa de 3.000 euros y que pague a Leticia una indemnización de 43.920 euros.

La historia de la madrileña Leticia Moracho saltó a los medios de comunicación tras dar a conocer que su expareja sentimental se había llevado en septiembre de 2006 a la hija de ambos a su país de origen, Irak, aprovechando un fin de semana que estaba con la pequeña.

La justicia iraquí dio la razón al padre y dictó que Leticia podría ver a su hija el día 15 de los meses impares del año, pero ella luchó por que la pequeña regresara a España.

La niña no pudo volver a su país de nacimiento hasta marzo de 2009, gracias a las negociaciones del Ministerio de Asuntos Exteriores y de la Embajada de España en Irak.

He logrado sacarla "de un infierno", comentó Leticia el 22 de marzo de 2009 tras aterrizar en Barajas (Madrid) con su hija, que ya tenía 11 años.

La familia materna aseguró también que la menor había estado viviendo durante tres años "rodeada de ratas, basura y cadáveres, en lo que es todo menos una ciudad con ley", en referencia a Basora.