65 años, y hecho un chaval

Bugs Bunny, el conejo de la suerte, celebra estos días su cumpleaños. Desde su primera aparición estelar en 1940 no ha sentado cabeza.
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Canal Boomerang
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Ahí lo tienen, todo un modelo educativo, amigo de los niños, con sus largas orejas, su desafiante zanahoria pistolera, siempre a punto de disparar aquello de «¿qué hay de nuevo, viejo?».

Así que empezaremos con la vieja fórmula de los cuentos irreverentes, diremos: érase una vez un conejito de la suerte digno de ser ingresado en el peor de los psiquiátricos... que acababa de cumplir sus 65 años.

El personaje de dibujos por antonomasia, destronador de Disney y su repipi Mickey Mouse, el patológico Bugs Bunny, sigue sin sentar cabeza a pesar de ser un sexagenario. Ahora todavía se le puede ver en el canal Boomerang y pasar su segunda juventud en el Parque Warner de San Martín de la Vega (Madrid).

A la caza del éxito

«¡Estoy buscando conejos!» amenazaba Elmer el Gruñón en un episodio en 1940. Y entonces salió por primera vez de su agujero para hacerle la vida imposible a todo aquel se pasease por delante. Pronto, su innato sentido del delirio, su habilidades para mosquear a sus enemigos, le convirtieron en el conejo más famoso de la historia, con permiso del entrañable animalito de Playboy.

Para beneficio de los estudios Warner –que iniciaban su pugna animada contra Disney– y bajo el desarrollo de su padre, el dibujante Chuck Jones, Bugs Bunny ha acabado encumbrado como uno de los personajes más célebres  de los Estados Unidos, a la altura de Elvis Presley y Marilyn Monroe. Una encuesta realizada por el Washington Post en los noventa le eligió como el actor del milenio, debido a sus dotes para convertirse en torero, cantante de ópera, leñador, bailarina tropical...

Su creador se inspiró en Groucho para darle vida. En la versión americana su acento era de Brooklyn. Y de ahí saltó al cine y ganó un Oscar por What’s Opera Doc?, filme que se encuentra en los archivos nacionales de los EE UU por su valor cultural, para contradecir el final que dice «esto es todo amigos».

El genio de Chuck Jones

El dibujante Chuck Jones murió en febrero de 2002 dejando huérfanos toda una tropa de enajenados personajes entre los que destacan While E. Coyote, el Correcaminos y Pepe la Mofeta. Él no fue el creador de Bugs Bunny, pero sí quien  le lleno del impulso vital que le caracteriza. Relacionado desde niño con Hollywood, trabajo de actor, empezó en el mundo del dibujo limpiando el trabajo de Ub Iwerks, el creador de Mickey Mouse. Pero le aguardaba el éxito, y cuando el mismo Walt Disney le ofreció cualquier puesto que quisiera de su empresa, él respondió: «el tuyo», Doc?

Las tres Claves del triunfo

«¿Qué hay de nuevo, viejo?»

Es su frase más célebre. La traducción al castellano no es exacta, ya que en inglés decía «What’s up, doc?», lo que vendría a ser «¿Qué hay de nuevo, doctor?». Otra de sus sentencias más conocidas es el «That’s all, folks» («Esto es todo, amigos») al final de cada aventura.

La zanahoria desafiante

Recurso para hacer enloquecer a su enemigos, símbolo de su parsimonia ante el enfurecimiento de sus rivales, la zanahoria era utilizada por Bunny como un claro elemento de provocación.

El beso mórbido

Y justo cuando están a punto de cazarle, en aquel momento en que el conejo está perdido, ante la sorpresa de los presentes, le da un beso a su enemigo en los morros para ridiculizarlo y huir aprovechando el shock. Éste es uno de sus recursos más utilizados.

Sus enemigos íntimos: Los que acabaron en el psiquiátrico

Elmer Gruñón

Cazador calvo, gruñón y algo tontorrón, la peor idea que tuvo en su vida fue la de ir a cazar conejos. Elmer fue el primero en darle una oportunidad al simpático conejo que nunca llegó a cazar.

Porky

El tartamudo cerdito Porki está curado de espantos con Bugs Bunny. Éste era, en ocasiones, su mascota. Los besos hacia Porky, y los engaños con sus disfraces, eran la especialidad del conejo para desconcertarle.

Sam Bigotes

Sin duda el que tenía más mal humor de sus enemigos, y no por ello más inteligencia. Su obsesión era cazar al conejo.

Representaba a un pistolero del salvaje oeste con barba y bigotes rojos.

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