Un total de 612 sepulturas se vaciaron el pasado año en los cementerios de Barcelona. La gran mayoría porque las personas que las habían alquilado para poner los restos de sus familiares no renovaron el contrato. La cifra es algo superior a la registrada en 2009, cuando se extrajeron los restos humanos en 572 nichos, según cifras facilitadas por Cementiris de Barcelona.

Los sepulcros en los camposantos de la capital catalana se pueden adquirir de dos maneras: por concesión, que son de 15, 30 ó 50 años; y por alquiler de dos años. En este último caso, los contratos se pueden prorrogar por más tiempo, si conviene. Una vez finalizado el periodo fijado, Cementiris de Barcelona se pone en contacto con la familia de los finados. Lo hace hasta tres veces antes de actuar. La primera, por carta o teléfono; la segunda, medio año después, por carta, y la tercera, pasado un mes, por correo certificado. Si hacen caso omiso a las misivas, la empresa empieza a gestionar el vaciado del nicho, que se realizará cinco años después de la última inhumación en la sepultura. Los restos se llevan a un osario.

En lo que hace referencia al envío de cartas certificadas para tramitar la renovación o no del aquiler, han ido un poco a menos. El año pasado se enviaron un total de 733 por las 754 que se tramitaron en 2009.

La tasa de alquiler de un nicho asciende a los 63,63 euros anuales, mientras que los titulares de sepulturas en régimen de concesión han de sufragar cada año entre 10 y 12 euros por la tasa de conservación. Según han constatado desde Cementiris de Barcelona, no se ha desahuciado ninguna tumba por impago de los titulares desde el año 2008. Esto sucedía cuando el concesionado de un nicho no pagaba el impuesto de conservación durante 20 años.